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Todavía no me lo creo y pienso que esto es un sueño perverso, una pesadilla propia de una mente colectiva enferma. 35 años después de la muerte del dictador, sus herederos legítimos -Manos Limpias y compañía- consiguen cargarse al único juez que de verdad había intentado castigar los crímenes del franquismo, debidamente ayudados por los responsables del océano de corrupción masiva, al que el mismo juez comenzó a poner en su sitio. Franquistas y corruptos lo han conseguido, sin que aquí se estremezcan los cimientos del Estado democrático, cada vez menos Estado y menos democrático. Sucede ello en pleno martirio por las decisiones del Gobierno sobre el plan de choque para reducir el déficit y luchar contra la crisis, decisiones aplaudidas desde la dirigencia europea y occidental y combatidas por todas las mentalidades de izquierda o simplemente progresistas del mundo. Al fin ha sido verdad que la crisis la pagan los que no tienen la culpa, sus perjudicados, en beneficio de los verdaderos culpables de la misma, el capitalismo salvaje y su fiel derecha.

MADRID, 14 (OTR/PRESS)

Todavía no me lo creo y pienso que esto es un sueño perverso, una pesadilla propia de una mente colectiva enferma. 35 años después de la muerte del dictador, sus herederos legítimos -Manos Limpias y compañía- consiguen cargarse al único juez que de verdad había intentado castigar los crímenes del franquismo, debidamente ayudados por los responsables del océano de corrupción masiva, al que el mismo juez comenzó a poner en su sitio. Franquistas y corruptos lo han conseguido, sin que aquí se estremezcan los cimientos del Estado democrático, cada vez menos Estado y menos democrático. Sucede ello en pleno martirio por las decisiones del Gobierno sobre el plan de choque para reducir el déficit y luchar contra la crisis, decisiones aplaudidas desde la dirigencia europea y occidental y combatidas por todas las mentalidades de izquierda o simplemente progresistas del mundo. Al fin ha sido verdad que la crisis la pagan los que no tienen la culpa, sus perjudicados, en beneficio de los verdaderos culpables de la misma, el capitalismo salvaje y su fiel derecha.

Todo ello con un Gobierno débil y temeroso no sé de qué, incapaz de imponer disciplina en el campo de los grandes culpables del tsunami económico, que dicta unas medidas contra las clases populares y deja indemnes -al menos de momento- a los que más tienen y a los desencadenadores del desastre. El mismo Gobierno, débil y temeroso sí sé de qué, que asiste compungido y silencioso al golpe de mano contra la democracia -uno más- que se lleva por delante al juez Baltasar Garzón, ante el asombro y el escándalo mundiales, golpe ideado y perpetrado por los enemigos del Estado de Derecho que dicen defender y por los amigos de la corrupción masiva y canallesca y los corruptos mismos. Este viernes ha sido un día nefasto para la democracia y para la historia de la decencia en este país de locos, del que quiero pensar que no permanecerá de brazos cruzados ante tanta ignominia, sino que sabrá reaccionar en las instituciones y en las calles para salvar lo salvable de todo esto. Que Dios nos pille confesados.