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Una amplia representación de los colectivos vinculados a la actividad pastoral y profesional del padre Vicente Macián llenó ayer a mediodía la iglesia de Santa María de Maó. El funeral fue presidido por el obispo Salvador Giménez y concelebrado por buena parte de los sacerdotes de la Diócesis ante una feligresía entre la que destacaban las numerosas amistades que el finado se granjeó a lo largo de su vida merced a su capacidad de trabajo, sus dotes de bondad y la enorme actividad que desplegó en sus facetas como sacerdote, capellán del hospital y capellán castrense, profesor de enseñanza y cronista cultural, entre otras. Ese carácter, su labor en todos esos campos y los rasgos de su admirada personalidad fueron recordados en la homilía por el obispo, quien recordó además la atenciones recibidas por su familia y la honda huella que deja su recuerdo en la comunidad menorquina.