El trabajo. Los operarios cortan los árboles quemados y trituran las ramas cuyas virutas se extenderán en el terreno para que la madera se incorpore al ciclo de nutrientes en favor de la vegetación | Gemma Andreu

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La larga madrugada del 6 de septiembre de 2016 será recordada en Menorca por el incendio que devastó casi 37 hectáreas de suelo forestal en las urbanizaciones del Arenal d'en Castell, Cala Molí, Port d'Addaia y Na Macaret. La triste imagen que dejó el paso de las llamas por aquel terreno de Es Mercadal ha comenzado ya su transformación a partir de la tala de unos 700 pinos y el crecimiento natural de la vegetación que ya se abre camino a simple vista.

Cuatro meses después del mayor incendio sufrido en Menorca en el último decenio, el Institut Balear de la Naturaleza (Ibanat), inició el lunes los trabajos en la zona perimetral afectada, que comprende las 11,8 hectáreas más próximas a la carretera y a las edificaciones rodeadas por las llamas donde se encuentra la arboleda. Las tareas se han demorado a la espera de que la semilla de las piñas quemadas cayera y se dispersase para facilitar la regeneración como una de las estrategias del proyecto, junto a las especies que rebrotan por sí solas.

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