El hombre y la mujer han denunciado ante el Juzgado de Lo Social de Maó

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Un hombre y una mujer, empleados de un complejo de apartamentos de Cala en Porter, han denunciado al empresario por despido improcedente tras haber recibido, aseguran, un trato indigno durante los dos meses que permanecieron contratados por él.

La relación se rompió después de que la pareja, natural de Málaga, se quejara reiteradamente al empresario, de nacionalidad británica, porque ella no había cobrado la primera nómina pactada como camarera, salvo un adelanto de 100 euros. El responsable del complejo no llegó a mostrarles el contrato y les alojó en un almacén del propio establecimiento con el inodoro desprendido, sin muebles y el techo en mal estado, que tuvieron que adecuar ellos mismos.

Fue la mujer, que se encontraba residiendo en Londres, la que vio un anuncio para trabajar en Menorca durante el verano, a cambio de 1.200 euros mensuales, en jornadas de 8 horas de lunes a domingo, alojamiento en el propio hotel, además de manutención. Viajó a Menorca e inició el trabajo el 1 de mayo con jornadas, explica en la denuncia, de 14 horas. La demandante comenzó a reclamar una copia del contrato a los pocos días de su incorporación pero el empresario le trasladaba excusas para no entregárselo.

Un mes después fue contratado el hombre, pareja de la mujer, con las mismas condiciones que aquella aunque su disponibilidad debía ser completa a cambio de 5 euros por hora extra. Consumido el primer mes el hotelero no abonó el sueldo a la mujer y esta comenzó a sentirse culpable por haber arrastrado a su pareja a una isla que no conocían, sin familia, amistades ni ingresos por el incumplimiento de los términos pactados. Los dos empleados exigieron ver su contrato al empresario durante la segunda quincena de junio en varias ocasiones.

A partir de entonces denuncian que aquel trató de hacer más insostenible su situación para que se despidieran voluntariamente. Se desprende por ello que el contrato que les había hecho no correspondía a los términos pactados. Les servía restos de las comidas que los clientes devolvían en sus platos y acabó ofreciéndoles una suma de dinero para que desistieran de su relación laboral. Ellos se negaron, volvieron a pedir el contrato, el salario y en caso de ser despedidos, la carta de despido. Un día después, el 29 de junio, la mujer tras negarse a comer un plato de arroz, acudió a la cocina a prepararse un bocadillo. El empresario fue tras ella, la agarró por el brazo y la tiró al suelo. A la mañana siguiente la pareja acudió a la Guardia Civil para denunciarle. Ese día el empresario recogió las pertenencias de ambos empleados, las colocó en bolsas consumando el despido. El hotelero les había dado de baja en la Seguridad Social el mismo 28 de junio.

Su abogado, José de Juan López, sostiene que el empresario no ha respetado la dignidad ni la intimidad de los demandantes ni como trabajadores ni como personas, «ya que los engañó desde el primer momento prevaliéndose de una posición de dominio con continuas mentiras». Añade que «dejarles sin trabajo, dinero ni techo supone un elemento adicional a los narrados para entender lo que han pasado». El letrado solicita el abono de una indemnización de 6.251 euros a cada uno de los empleados por las infracciones cometidas o la declaración del despido improcedente.