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Pesaba sobre él una condena por un delito de coacciones en el ámbito familiar de 22 días de trabajo solidario y ocho meses de prohibición de aproximación a su expareja. Pero incumplió la orden el pasado 26 de febrero dirigiéndose al domicilio de ella, en Maó, en tres ocasiones para esperarla en el portal.

Allí comenzó a perseguirla y la insultó, al igual que hizo dirigiéndose a su trabajo, y cuando salió para dirigirse a su casa. El hombre, de 51 años y nacionalidad argentina, la amenazó ante la posibilidad de que llamara a la Policía. Por estos hechos descritos en la acusación del fiscal, se enfrenta hoy a dos años y nueve meses de prisión por coacciones y amenazas siendo reincidente.