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La justicia británica ha condenado a Willian Williamson, un ciudadano escocés de 32 años, a 15 meses de prisión y al pago de una multa por el altercado que ocasionó el pasado 5 de octubre en el vuelo de la compañía Jet2 que cubría la ruta entre Menorca y Edimburgo.

Según varios rotativos británicos, el pasajero había accedido al avión en estado ebrio y con una botella de whisky que abrió dentro de la nave. Las azafatas le instaron a que no bebiera porque no estaba permitido hacerlo pero él hizo caso omiso y posteriormente sembró el caos durante el trayecto lo que incluso obligó al comandante a planterarse cambiar la ruta para aterrizar en Manchester.

El considerado "matón" por la prensa británica ya que posee otros antecedentes por haber participado en peleas, insultó a la azafata a la que llamó prostituta cuando esta le dijo que dejara de beber. Posteriormente retó a otro pasajero a pelearse con él. Este, que viajaba con un menor, también intentó mediar para que se calmara lo que provocó la airada reacción del condenado.

El comandante de la nave recibió la información del altercado que estaba teniendo lugar y decidió desviar el vuelo a Edimburgo para aterrizar en Manchester.

El agresivo escocés, que viajaba con su pareja y sus cuatro hijos, repitió las molestias cuando se negó a tomar asiento en el aterrizaje del avión en Edimburgo. Posteriormente resultó detenido por agentes de la policía que le aguardaban para hacerse cargo de él.

"Se comportó de manera despreciable arruinando el final de unas vacaciones para 150 adultos y 28 niños, y tiene un historia de ofensas repetidas", ha señaladola sheriff Alison Stirling para justificar la condena de 15 meses de prisión.

Añadió además, de acuerdo con el fiscal, que el pasajero había puesto puesto en peligro la seguridad de los 178 pasajeros y que había riesgo de lesiones para ellos".

El abogado del acusado declaró que la causa había sido el miedo que tenía su cliente a volar lo que había provocado que bebiera y tuviera una actitud agresiva. El inculpado admitió su culpabilidad por comportarse de manera agresiva, gritar y maldecir a azafatas y a otro pasajero al que desafió y a no sentarse en el aterrizaje del avión.