Participantes en el taller celebrado en el Ateneu de Maó, durante una de las catas de aceite realizadas | Gemma Andreu

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Son numerosas las evidencias científicas que demuestran los beneficios del consumo diario y moderado del aceite de oliva, pero ¿son cada una de sus clases igual de saludables? Ésa es una de las muchas cuestiones a las que respondieron en el Ateneu de Maó las investigadoras Raquel Mateos y Beatriz Sarriá, del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), durante la celebración de un taller-cata titulado «El aceite de oliva, el oro líquido de nuestro tiempo».

No hay cocina en la que falte un elemento tan primordial, pero parece que no todo el mundo maneja la información necesaria. «Hay que ser consciente de lo que se compra y las propiedades que tiene», explica Mateos. Y para ello es necesario saber los cuatro tipos de aceites que se comercializan. Un sector en el que, por sus propiedades, reina el aceite de oliva virgen extra, «un zumo de oliva, sin manipulación química, de excelente calidad y rico en antioxidantes», explican las expertas. Un producto excelente, al igual que el aceite virgen (sin extra), por el que hay que pagar el precio más alto, que va decreciendo tanto en propiedades como en coste económico a medida que se les va sometiendo a procesos de refinación, que es como se obtiene el aceite de oliva y el orujo de oliva, productos que se suelen utilizar para freír.

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