Aunque hubo participantes de todas las edades, los más pequeños fueron los principales protagonistas de una fiesta que ya acumula ocho años de trayectoria | Sergi Garcia

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Lo que comenzó como un sencillo taller en el local social del Cercle Artístic ha ido creciendo con el tiempo. Tanto que los responsables de la entidad cultural han tenido que trasladar su cursillo de carotes ha un espacio más grande, la sala Jeroni Marquès. Por allí pasaron este sábado cerca de 65 personas para disfrutar de una divertida mañana dedicada a fomentar el arte en el marco de la tradición de las fiestas de Sant Joan.

Una cita que, con ocho ediciones ya a sus espaldas, se ha convertido ya en todo un clásico de estas fechas, y la idea es «que lo siga siendo», explica Joan Marqués, uno de los miembros de la agrupación CerclArt, entidad artística asociada al Cerle que se encarga de la actividad.

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Organizados en dos tandas, de pequeños (más numerosa) y jóvenes y adultos, con participantes desde los 5 hasta los 77 años, el taller se convirtió en toda una fiesta de colores e imaginación.

¿Cuál es el secreto para hacer una buena carota? Marquès lo tiene claro, la respuesta es bien sencilla: «Tener ganas de hacerla, de dibujar y pintar». Un proceso en el que intentan promover la máxima libertad a la hora de crear: «Les damos algunas nociones al principio, pero preferimos que ellos se conviertan en los protagonistas».

Una técnica de enseñanza que dio muy buenos resultados, trabajos de «buen nivel» y la satisfacción de que cada artista se pudo ir con su propia carota bajo el brazo a casa.