La compañía ofreció ayer su espectáculo de debut en Ciutadella, ciudad en la que permanecerán hasta el 22 de este mes para cuatro jornadas después retomar sus funciones en Maó. | Sergi Garcia

TW
4

La familia Raluy hace más de 80 años que se dedica al mundo del circo. Una compañía cuya trayectoria ha llevado a viajar por más de cuarenta países y visitar varios continentes y que ahora recala por primera vez en Balears. Ciutadella, donde permanecerán hasta el próximo día 22 (en un terreno junto a la parada de autobuses), ha sido el lugar elegido por el Circo Histórico Raluy para comenzar una gira por el Archipiélago.

En un panorama en la que la oferta de entretenimiento es cada vez más vasta, el circo aguanta el tirón «no sin haber pasado crisis de todo los tipos y en épocas diferente», confiesa el director del Raluy, Carlos Raluy, mientras supervisaba ayer desde la tribuna los ensayos antes de su debut en Menorca. Carlos, que nació en el circo y lleva toda la vida dedicado en cuerpo y alma a ese mundo, explica que mientras muchos han apostado por la modernización, en su caso se han decantado por recurrir «al circo de toda la vida». De ahí que desde finales de la década de los 60 añadieran a su nombre el adjetivo de histórico.

Explica el director que su filosofía pasa por «salirse» de lo que hoy día es habitual. «Yo suelo definir a los circos modernos como una compañía de transportes con una carpa», reconoce a la hora de analizar un sector en el que considera que se ha perdido un poco la esencia. En su caso, mantenerla pasa por trabajar con una sala «pequeña e intimista» para buscar la compenetración con el público: «Un espectáculo familiar en el que tanto el público de la primera fila como el de la última puedan estar cerca del artista».

Así resume Raluy la clave del éxito del circo que dirige. «Cada vez creo más en la selectividad, lo bueno siempre sobrevive a lo mediocre o lo malo, eso es algo que pasa en todos los campos del entretenimiento, y por supuesto también en el circo».
La compañía viaja con un equipo formado por 40 personas, entre técnicos y artistas, y una veintena de caravanas que forman parte de lo que se denomina como circo-museo. Espectaculares carruajes, de aire retro, perfectamente restaurados y algunos de ellos con cerca de un siglo de historia. Elementos que más allá del componente artístico suponen un atractivo valor añadido. «Me gusta decir que es como un viaje en el tiempo que te invita a soñar», añade el director.

Tras sus funciones en Ciutadella, la histórica caravana del Raluy pondrá rumbo a Maó para instalarse el 26 de este mes al lado del campo de fútbol del Sporting Maonès, donde permanecerán hasta el 5 de mayo. Una etapa más en un camino sin final: «El mundo es nuestro país», resume Raluy a la hora de explicar un estilo de vida que perdura «gracias al amor y el cariño que tenemos a la profesión».