Imagen de un plato elaborado en un restaurante de la Isla con la gamba como protagonista. | Josep Bagur Gomila

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Menorca sigue sin brillar en la llamada «biblia roja» de la gastronomía. La Guía Michelin ha dado a conocer los restaurantes con estrella y la Isla se ha vuelto a quedar huérfana. Es la única de Balears que no lo logra después de que Eivissa haya entrado en el listado de este codiciado galardón de la mano del restaurante Es Tragón de Sant Antoni. El restaurante Voro, del chef Álvaro Salazar, situado en Canyamel, se incorpora también al palmarés de los ocho restaurantes mallorquines con estrellas.

Pero, a muchos de los chefs de la Isla, no poseer estrella Michelin no les quita el sueño. Y para nada se trata de un fracaso. Para ellos, el máximo reconocimiento es llenar su restaurante y que se valore su gastronomía.

En un restaurante con estrella Michelin no te pondrán gambas a la plancha para que te las comas con los dedos. La caldereta de langosta debería servirse limpia. Así lo reflexiona el gastrónomo Dani Mora y chef del restaurante Sa Pedrera des Pujol. Y los platos de Menorca tienen su tradición.

Menorca es un enclave «complicado» para lograr una estrella Michelin. Pero no está para nada reñido con comer bien y tener un producto de calidad. Hay grandes restaurantes. Al igual que hay grandes películas que nunca van a lograr un Óscar. «Se busca un corte creativo y una regularidad» para que el cliente de la Guía Michelin encuentre siempre lo mismo, apunta Mora. Considera que en Menorca la temporalidad hace muy difícil mantener una estructura de restaurante Michelin. Exige una serie de condiciones que en la Isla se hacen prácticamente inviables. Además, agrega que «no generamos suficiente empuje para que los inspectores vengan» y agrega que «es un territorio pequeño y la gente que viene de vacaciones lo hace con la idea de un restaurante distinto, buscan autenticidad». Y agrega que «no es cuestión de los profesionales sino de la tipología de restaurante».

Por su parte, Sílvia Anglada, chef de Es Tast de na Sílvia, indica que tenemos un producto excelente y muy buenos cocineros pero «no para llegar aún al punto de la estrella», de lo que busca la Guía Michelin. Indica que «si no hay es porque no la merecemos». El nivel debe ser equivalente al de los chfs que sí la han conseguido. Porque para lograrlo hay que cumplir una serie de condiciones que van más allá del producto. Se valora la técnica, el local, disponer de sumiller, la regularidad y sobre todo destacar. Para ella, el hecho de que no pase inspector no es excusa a la que aferrarse.

Por contra, para el crítico gastronómico Borja Beneyto «Matoses», la Guía no reconoce el esfuerzo que se hace en las islas y en Menorca aún se agrava más. Tiene claro que los inspectores no incluyen Menorca en sus recorridos, por lo que «no creo que no esté a la altura sino que no tenemos visitas, es muy injusto». Y confía en que el reconocimiento de Región Gastronómica Europea ayude a ser más mediáticos. «Se lo digo todos los años y ahora les he vuelto a invitar a que vengan». Para Beneyto, en Menorca hay media docena de restaurantes que podrían optar a Bib Gourmand o estrella. El restaurante Smoix es el único Bib Gourmand existente ahora.

Por su parte, el gestor cultural, Jaume Gomila, asegura que la estrella Michelin es un medidor entre muchos. «No me quita ni medio minuto de sueño» porque «tenemos chefs extraordinarios y de primer nivel». Fija su mirada en otros valores más sociales y formativos. Destaca «la excelencia, el compromiso con la soberanía alimentaria y la proyección internacional, todo lo demás es secundario», indica.