La entidad que lleva el nombre de Menorca colabora con programas de educación y salud, principalmente con niños de la calle | Mercy Menorca

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Pese a que ya lleva unos 15 años en acción, la organización de ayuda humanitaria Mercy Menorca es poco conocida, y nada mediática. «Somos cuatro gatos», señala modestamente su presidente, Francisco José  Santomé, quien sin embargo lleva a gala ser una entidad sin ánimo de lucro formada por «pocos, pero bien avenidos y bien conectados». En realidad no son tan pocos, en torno a un centenar de socios, la mitad de ellos de Menorca y el resto repartidos entre Mallorca, la zona de Levante y el País Vasco.

Mercy Menorca está constituida por un grupo de personas que colaboran con el Mercy Centre de Bangkok y la Human Development Fundation (HDF) a través de su representante en España, Tew Bunnag. Un maestro de tai-chi que gracias a sus visitas al Archipiélago ha conseguido con el paso del tiempo que el proyecto solidario que desarrollan en Tailandia sea cada vez más internacional. Una iniciativa que cuenta también con sedes en Australia, Estados Unidos, Inglaterra y Suiza, pero en la que quien más tira del carro, asegura Santomé, es Mercy Menorca.

La HDF trabaja desde hace aproximadamente 40 años apoyando a más de 100.000 personas desfavorecidas del barrio de Klong Toey, en los arrabales del Puerto de Bangkok, donde se desarrollan programas de educación y salud, sobre todo con niños de la calle, dando asistencia legal a los inmigrantes. También lucha contra el tráfico humano,    colabora construyendo y reparando hogares y abastece    de alimentos básicos.

El objetivo principal de Mercy Menorca es conseguir fondos para apoyar todos estos proyectos. Señalan que tienen gastos operativos muy pequeños y todo lo que recaudan va directamente a las iniciativas anteriormente citadas.

​Entre todos ellos hay uno en el que últimamente están especialmente volcados: Little Birds, que arrancó cuando profesionales de la salud tailandeses se dieron cuenta de la necesidad de apoyo que requería un grupo de    adolescentes huérfanos y jóvenes adultos que salían de instituciones sociales al mundo real y necesitaban organizar su vida. Todos ellos tenían algo en común,    nacieron y viven con el virus del sida. Una causa con la que Mercy Menorca acaba de colaborar recientemente con la aportación de 13.000 euros.

Explica Santomé que los avances permiten que ya casi nadie muera como consecuencia del sida, pero que en el caso de Tailandia quienes padecen la enfermedad son víctimas de la discriminación. Su reto es seguir adelante y sumar más personas a la causa: «Un socio te da estabilidad. La aportación mínima es de 5 euros, dinero que allí da bastante de sí», concluye.