La empresa contratada por el Ayuntamiento de Ciutadella ya trabaja en la decoración musical para la ciudad. | Josep Bagur Gomila

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El Carnaval de este 2022 no será como los de antes de la pandemia, pero comenzará a parecerse un poco. Tras un año en blanco, los ayuntamientos de la Isla ya han puesto en marcha los preparativos para celebrar una fiesta adaptada a las circunstancias, siempre atentos a la evolución sanitaria y a posibles cancelaciones. «Hemos aprendido a trabajar con la pandemia, a organizar cosas que al final puede que se celebren o no», señala la concejala Débora Marquès desde el Ayuntamiento de Sant Lluís.

Municipio ese último en el que reconocen que planean un Carnaval un tanto «light». La rua se cae de la programación y se sustituye por un pasacalles con música y el acompañamiento de los gegants. Como en la mayoría de los pueblos, eludiendo las actividades en espacios cerrados y procurando evitar aglomeraciones a toda costa.

En Maó, el edil al frente de la organización, José Manuel García, apunta que con las precauciones que toca aspiran a celebrar «un Carnaval lo más normal posible». De hecho, hace unos días publicaron las bases del concurso que tendrá lugar el 26 de febrero y que contará con    tres categorías: carrozas y comparsa grande y pequeña (el periodo de inscripción comienza el lunes y se prolongará hasta el día 22). El Consistorio está acabando de perfilar los detalles, como el recorrido que se realizará, y en breve anunciará la programación completa de actos festivos.

Ciutadella es sin duda el municipio más conservador en lo que se refiere a la organización del Carnaval. La apuesta del Ayuntamiento pasa por recuperar el formato de una fiesta temática que consiste en la decoración del centro del pueblo. Fórmula con la que llevan trabajando en los últimos años y que tan buenos resultados les ha dado gracias a la respuesta popular. Para este 2022 se ha decidido recuperar la temática prevista para el año pasado, la música. La concejala Sandra Moll avanza que la tradicional rua no se celebrará y que no se ha programado desde el Consistorio ninguna otra actividad complementaria. Por el momento no han recibido peticiones de permisos para fiestas o conciertos. Los colegios también optan por no celebrar sus tradicionales rues.

En Es Castell también apuestan fuerte por recuperar la fiesta en la medida de lo posible, y de hecho también han dado vía libre para que se celebre una rua el 27 de febrero partiendo desde la parroquia de El Roser. «Entendemos que las condiciones son favorables para los actos al aire libre», reconocía ayer el edil Pedro Sánchez cuando se empezaba hablar de la retirada de la mascarilla obligatoria la próxima semana. Si todo va bien «será un Carnaval casi normal», confía.

En Alaior aspiran, en palabras del concejal Rafael Quintana a «normalizar la fiesta en la medida de lo posible». Sin embargo, no ven posible celebrar la tradicional rua y la sustituirán por un pasacalles. Eso sí, regresará Bernat Figuerola y habrá actividades para los más pequeños y el público adulto pero se descarta cualquier evento en recinto cerrado.

Entre los municipios más precavidos figura Ferreries. En este caso se ha decido que, «si las medidas lo permiten», señala Maria Pons, solo se celebren las actividades infantiles: un pasacalles de disfraces y acompañamiento musical. Un pueblo en el que la celebración de la verbena de Carnaval había ganado gran popularidad en los últimos años, con mucha gente desplazada de otras localidades, razón por la que este año queda suspendida.

En Es Mercadal y Fornells aún están pendientes de cerrar las programaciones, pero Jordi Burillo avanza que los desfiles, tanto los infantiles como los de los adultos, serán mucho más cortos y los actos en interiores quedan totalmente descartados.

Por último, en Es Migjorn Gran, la alcaldesa Antònia Camps, informa de que es un tema «que aún está sobre la mesa» pero tienen confianza en que se pueda hacer algo, seguramente al menos un desfile con el acompañamiento de la banda de música del municipio.