Imagen de la colección de boyas recuperadas en Menorca en el Carrer d’en Carabassa, en el Barrio Gótico de Barcelona. | A+D

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El Carrer d’en Carabassa, en pleno Barrio Gótico de Barcelona, luce estos días más colorido que nunca. Y ello es gracias a la celebración de una nueva edición del Festival Drap-Art, entre cuyos participantes figura una propuesta menorquina, la de la «sociedad artística» que forman Anita Burdon y Hombrelópez, bautizada como A+D.

Ellos son los artífices de un proyecto al que han llamado «Macroplásticos» y que ha consistido en la recuperación de boyas en el litoral menorquín, elementos que ahora disfrutan de una segunda vida como obras de arte. Tras experimentar con alguna de ellas hicieron correr la voz entre sus conocidos de que buscaban recuperar esos elementos de señalización. La respuesta fue tan grande que acabaron por recopilar las 33 piezas que actualmente cuelgan de la calle barcelonesa y que se podrán contemplar hasta el 21 de diciembre en el marco del Festival de Arte y Sostenibilidad.

Burdon y Hombrelópez, con el cartel que anuncia su intervención.

El drap-art, como concepto, funciona como un escaparate de las tendencias en arte que utilizan a modo de recurso los objetos encontrados y materiales de desecho. Así, el festival se convierte en una plataforma del sector emergente de artistas, diseñadores y artesanos de todo el mundo que utilizan basura como materia prima. «Ante la necesidad cada vez más urgente de provocar un cambio hacia un mundo más sostenible ambientalmente, económicamente y socialmente, Drap-Art apuesta una vez más por el arte como herramienta de transformación social», explican desde el festival.

El colorido acabado artístico se puede contemplar a través de su cuenta de Instagram (@lopez_burdon), donde también figura información detallada sobre la ubicación en la que fue recuperada cada una de las boyas y los colores con que han sido transformadas. Para el proyecto han contado con la colaboración de la empresa Montana Colors, que ha puesto a su disposición la pintura.

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«Las diferentes líneas de color vienen a representar las mareas, el horizonte», explica el artista.
Un proyecto con un claro objetivo de concienciación medioambiental pero en el que asegura que también existe «cierto poso político» en relación a los procesos migratorios. «Las boyas viajan por el Mediterráneo sin ningún tipo de control, sin que se les pidan papeles, y de alguna manera hacen el mismo viaje que los migrantes», explica Hombrelópez. La procedencia de las boyas es diversa, algunas de ellas, por ejemplo, tienen su origen en países como Francia, Italia o Turquía.

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Cuando casi todo el mundo pone el foco en los microplásticos, A+D abren su mirada a los de mayor tamaño. «Son unos objetos que tienen su función en el mar, pero llegan a nuestras costas como desechos. Nosotros los rehabilitamos, los lijamos, los pintamos y los conceptualizamos como objetos aéreos», explica Anita Burdon. Al final, se recuperan y se les da una nueva vida. En otras palabras, lo que ya parece inservible para su función original, que no era otra que acotar espacios en el mar y señalar la profundidad, resurge a través de los colores para elevar el plástico a categoría de arte.
Aunque ya han colaborado antes comisariando exposiciones, esta es la primera intervención conjunta de ambos artistas. Un proyecto que, tras su paso por Barcelona, podría tener un recorrido más amplio desplegando su mensaje, mientras nuevas boyas siguen llegando hasta sus manos.