«El yoga no es una sesión de aeróbic, es una manera de vivir»

Gabriel Pena, fundador de The Yoga Gallery , en la cuarta edición en el Llatzeret, reflexiona sobre espiritualidad, arte y revolución interior

Gabriel Pena es el fundador del The Yoga Gallery, que desde ayer se celebra en el Llatzeret, con una gran participación

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Desde este jueves y hasta el sábado, el Llatzeret acoge la cuarta edición del The Yoga Gallery Menorca Fest, un festival internacional que va más allá del yoga convencional. Más de mil practicantes se sumergirán en más de 50 horas de clases, talleres, charlas, conciertos, arte contemporáneo y experiencias únicas. Organizado por The Yoga Gallery, un movimiento que adapta la sabiduría ancestral del yoga a una sensibilidad contemporánea, el festival propone una experiencia transformadora que une cuerpo, mente, creatividad y conciencia en un entorno natural único.

Gabriel Pena es profesor de yoga, escritor y creador de proyectos culturales. Después de viajar por medio mundo, descubre el yoga en Rishikesh, India, donde completa su formación. A su regreso, se instala en Menorca y funda Duna Yoga. En su vertiente como escritor, publica varios libros ilustrados y de relatos para jóvenes y adultos. En 2021, crea The Yoga Gallery, el primer festival internacional de yoga en Menorca, que ya celebra su cuarta edición. Imparte clases en distintas ciudades europeas y desarrolla proyectos de inmersión en yoga y arte. Actualmente vive en el Delta de l’Ebre, desde donde continúa expandiendo The Yoga Gallery y su visión del yoga como forma de vida.

¿Cómo empieza en el mundo del yoga?
—Empiezo porque me enamoro de una chica que es profesora de yoga, cuando tenía unos 30 años. Habíamos salido a cenar con un amigo y acabamos en un concierto de jazz en Vic. Mientras charlábamos entró una pareja, y con la pareja iba una chica. Era un ángel. Se llamaba Tibisay. Más tarde se cambió el nombre, y ahora se llama Alicia. Aquella noche empezamos a hablar. Me contó que era maestra de música en una escuela y profesora de yoga. Yo apenas había escuchado hablar del yoga en aquel momento. Esto fue un sábado y el lunes siguiente me presenté a su clase. Abrió la puerta y al verme dijo: ya sabía que vendrías. Así empezó todo. Así empezó a cambiar mi vida.

¿Qué es lo que le atrae de esta disciplina?
—Lo que te atrae del yoga va variando a lo largo de los años. Primero te atrae algo que no acabas de comprender: la novedad, el sentir que tu cuerpo quiere más y más. Al principio, cuando no entiendes nada, suele pasar que buscas experiencias más extremas en la parte física del yoga. Luego, cuando empiezas a comprenderlo, te das cuenta que quizás lo mejor es todo lo contrario; quizás lo mejor del yoga es la quietud.

¿Cómo ha transformado el yoga su vida?
—Lo bueno del yoga es que no te transforma. Nos equivocamos al plantear que el yoga nos transforma. Nuestro ser original es muy parecido a lo que somos cuando somos niños. La diferencia entre un niño y un adulto debería ser simplemente la manera como afrontamos la inocencia. Un niño lo hace de manera inconsciente. Un adulto de manera consciente. Lo que nos transforma es la sociedad occidental, el consumo, las expectativas, el malvado orden, el Sistema. Si de pequeños empezáramos a entrar en el yoga no habría una transformación. Habría una evolución, pero no habría ninguna transformación como algo, digamos, transcendental.

¿Y qué significa para usted esta práctica?
—El yoga para mi ha sido una manera de comprenderme, de perdonarme y de aceptarme. Soy una persona muy compleja. Solitaria. De planteamientos radicales. Estos parámetros no encajan muy bien en nuestra sociedad. Y a nivel profesional me ha invitado a seguir con mi propósito de ganar dinero a la vez que intento contribuir a crear un planeta mejor, más sostenible, más humano y solidario, ayudando a las personas que más lo necesitan.

Ha escrito tanto para jóvenes lectores como para un público más adulto. ¿Qué le mueve a escribir?
—El lector más exigente es el público infantil. Porque a estos no les engañas con tonterías. Los niños quieren pureza. Punto. En cambio los adultos ya somos víctimas del romanticismo y de las fantasías que nos han metido en la cabeza a través de la Ilustración. Lo que me mueve a escribir es la necesidad de conectar pasado y presente. Todo lo que he escrito tiene su fuente en la experiencia. Cuentos donde se pierde para después poder ganar. Al final vivir es aprender a perder. Perdemos constantemente. Y es conveniente y necesario que sea así. Porque si no sabemos perder nunca sabremos ganar.

¿De qué manera se relacionan su escritura y su práctica de yoga?
—Hasta el momento no ha sido así y de hecho se han comportado como vecinos que no se hablan pero que conviven en casas apareadas. Pero todo ha empezado a cambiar desde que he entrado más a fondo en la espiritualidad. Llevo años estudiando a Jesús, el personaje histórico. Él ha hecho que estos dos vecinos que viven en casas apareadas de repente empiecen a hablar. Hasta se están planteando tirar la medianera que separa ambos comedores para transformarlo en un loft. Quizás sea el principio de un libro que hace tiempo que se está gestando.

¿Cómo nace The Yoga Gallery y qué representa para usted este proyecto?
—The Yoga Gallery es, sobre todo, el primer proyecto personal en el que ganar dinero no es el objetivo. Es el proyecto más ambicioso que nunca he emprendido. Ahora bien, por delante hay una misión: difundir el mensaje original del yoga desde un punto de vista occidental y utilizando un lenguaje contemporáneo. Asistir a los estudios y escuelas de yoga en occidente, en un porcentaje muy alto, es -como dice una buena amiga- subirse al tren de la bruja. The Yoga Gallery es un movimiento para que de una vez por todas se comprenda que el yoga es una manera de vivir y no una sesión de aeróbic. A veces cuando digo que soy profesor de yoga mi interlocutor/a responde: ah, pues yo practico pilates. El yoga y el pilates es como comparar la petanca con la halterofilia. Son dos universos sin absolutamente ningún punto de encuentro.

¿Qué puede contarnos sobre su esencia y la filosofía que lo define?
—The Yoga Gallery promueve la creación de refugios individuales en un mundo que está afrontando el mayor reto de cambio que ha vivido la humanidad hasta el momento. Es imprescindible volver a la espiritualidad y hacerlo de manera transversal, abierta, sin dogmas, sin credos. Cada uno debe crear su propio camino hacia esta nueva espiritualidad. The Yoga Gallery es uno de esos nuevos formatos de espiritualidad que fomentan la comunión con todo ser vivo. El abrazar la naturaleza al completo.

¿Qué tipo de experiencias puede esperar quien se adentra en el festival?
—Lo mejor que te pasa en The Yoga Gallery no tiene que ver ni con las clases de estos grandes maestros que encontrarás en el programa, ni con los conciertos, ni con las exposiciones que vas a ver. Lo mejor que te pasará en The Yoga Gallery tiene que ver con las conexiones humanas. Hay algo mágico que no se puede explicar. De repente The Yoga Gallery se parece mucho más al patio de la escuela que a una experiencia estética. Esto es lo más valioso. Y lo fuerte es que es algo que ha nacido de manera espontánea. Quizás porque lo vivimos con tanto amor, con tanta entrega tanto por parte de la organización como por parte del profesorado y artistas que es así: frágil y puro.

Practicar yoga en un lugar como la isla del Llatzeret en Menorca suena increíble, ¿qué aporta este espacio a la experiencia?
—Que The Yoga Gallery se desarrolle en el Llatzeret se lo debo a Conxa Juanola, quien me sugirió que visitara el Llatzeret para celebrar su primera edición. Le hice caso. Y cuando llegué al sitio lo vi muy claro: el festival tiene que ser aquí y el formato tiene que adaptarse a lo que pide el Llatzeret. El Llatzeret es un lugar vivo. No se puede explicar desde una línea histórica. Lo que hay concentrado allí trasciende lo cotidiano. Es un lugar mágico. Tengo la sensación que nos hemos conjurado con este espacio: no es el Llatzeret que nos acoge sino que todo participante al The Yoga Gallery acoge al Llatzeret. Todos nos vamos de allí con un Llatzeret en el corazón.

¿Tiene algún proyecto entre manos que nos puedas adelantar?
—Mi vida está llena de proyectos, constantemente nacen nuevos. Según los grandes maestros yogis esto no debería ser así, porque debería estar más focalizado en el presente y menos en crear expectativas. Pero no estoy de acuerdo, porque esta es una visión oriental del yoga, y la mía es occidental. Mi primer maestro de yoga, Surinder Singh, decía que la raíz del yoga empieza allí, en India, y termina donde te lleva tu conciencia de amor. La mía está en occidente. Tenemos mucho trabajo aquí como para ir perdiendo el tiempo en jugar a ser ascetas o monjes tibetanos. Los tableros de juego de allí y de aquí son diferentes. Señores y señoras del yoga de occidente hablad desde el corazón y tomad la espada, pues no estamos aquí para traer paz sino revolución.