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Esta vez no se equivocó la paloma como en el poema de Rafael Alberti. «Bum Bum» fue liberada en Marbella y voló 857 kilómetros en un día para volver a su palomar de Ciutadella. No soy maestro en nada y menos en colombofilia, pero la aventura de esta ave sorteando la lluvia y el viento sobre el Mediterráneo, narrada ayer en este diario, me sirve para trazar un paralelismo sobre el ciclo diario de nuestra vida.

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Nos levantamos y soltamos amarras para navegar en una jornada que, aunque se nos presente como una rutina, siempre nos depara sorpresas en la que las tormentas cotidianas nos pueden hacer, como decía el poeta gaditano, que en vez de ir al norte caer al sur o confundirmos creyendo que el trigo es agua... para acabar perdidos en un desazón o ahogados en una desesperanza. A pesar de ello, cada uno tenemos nuestro destino o palomar. Hay quien busca crecer, correr, saltar, volar, huir...

En mi caso, tras enfrentarme a los kilómetros desgranados en una sucesión de segundos que se escurren como granos de arena entre mis manos, solo busco volver a casa, como «Bum Bum».