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Es curioso. Me refiero a cómo aplaudimos la solución a un problema

que nos ha castigado durante años fruto de la incompetencia de la Administración correspondiente. Cuando años –e incluso décadas después– se hacen los deberes pendientes todo el mundo parece felicitarse en vez de pedir perdón.

Este martes se anunció desde el Consell que una planta potabilizadora reducirá el nivel de nitratos del agua de Es Castell. Perfecto, por fin se avanza para resolver el suministro del líquido elemento que no sirve para beber y que produce picores cuando te duchas (supongo que para cocinar vale, ¿o no?).

Nada que objetar e incluso felicitar a las personas o departamentos

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que han decidido poner fin a un culebrón hídrico. Sin embargo, se lanzan al viento las bonanzas del proyecto sin acordarse de que el paganini de turno no sabe si reír o llorar. Me explico. Los residentes en Es Castell están cansados de quejarse de la mala calidad del agua potable. Como el tema estaba enquistado, la única opción era comprar botellones en los establecimientos comerciales. Eso sí, en este municipio -como en el resto que tienen inconvenientes similares- hay que pagar por lo que no puedes utilizar/disfrutar por derecho. Por cierto, ¿alguien se acuerda de la desalinizadora de Ciutadella?

El pueblo suelta la pasta para cumplir con los impuestos directos, indirectos, tasas e impuestos... ¿Y qué recibimos a cambio? Pues un trabalenguas tipo: "La parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte" (Hermanos Marx dixit).

Insisto, el anuncio de la construcción de la potabilizadora de

Es Castell es una buena noticia. No obstante, a mí me falta el

"perdón por los daños y años...", sea culpa de uno u otro.