600-02377761 © Lisa Brdar Model Release: No Property Release: No Illustration of Woman Looking in Cluttered Closet

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Estimados Lectores,

¿No les ha ocurrido nunca ver la vida como si se tratara de un armario? Sí, sí, un armario. Un lugar donde guardamos cosas de diferente índole, donde podemos mezclar aspectos del pasado, del presente y del futuro, lleno de cajones con miles de pertenencias que nos abocan unas veces al orden y otras veces al caos.

En ocasiones, me ronda la idea de que si miramos un armario podemos vernos a nosotros mismos, pudiéndose convertir así, en una analogía clara de nuestra persona y más aún de nuestra identidad. Pero definir un armario resulta una tarea relativamente sencilla.

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Todos tenemos en mente a nuestro guardarropa, sabemos qué es lo más preciado de su interior y lo que deberíamos desechar sin falta antes de que llegue la próxima temporada. Conocemos qué conjunto nos hace sentir mejor cuando estamos tristes y cuál es aquél que potencia o disimula nuestros atributos, sabemos donde se ubica específicamente aquella prenda que se nos antoja y lo que debemos escoger en menos de un nanosegundo, cuando tenemos prisa. Pero estarán de acuerdo conmigo, que preguntarse lo mismo sobre su propia persona, es sin duda mucho más complejo.Seguramente necesitarán más tiempo y esfuerzo en responderse a preguntas similares, como por ejemplo: cómo son ustedes, cómo se definen, cuáles son las estrategias y los recursos que utilizan para relacionarse, cuáles son sus habilidades y capacidades más destacables, sus valores, los rasgos de personalidad que ensalzan su persona y los que ante ojos ajenos ,les debilitan.

Lo cierto, es que cuando respondemos a una imagen, como nuestro armario, al verlo, imaginarlo, tocarlo, e incluso olerlo, nos resulta mucho más fácil hacer un análisis profundo sobre lo que debemos mejorar, mantener o empeorar en él. Sin embargo, cuando trabajamos sobre algo tan inespecífico como es la personalidad, concepto intangible donde los haya, nos provoca cierta impotencia, puesto que la claridad que nos ilumina cuando ordenamos ese ropero lleno de cosas, no lo hace cuando debemos ordenarnos a nosotros mismos.

Yo les invito a que se tomen el tiempo de un café a convertirse en un armario, a abrir sus cajones y a mirar lo que hay dentro, a escribir sobre un papel lo mejor de su persona, lo que les hace únicos y auténticos. Verán cómo al igual que lo hacemos con nuestro mueble, nuestro "Yo" también puede sorprendernos con las cosas que hay dentro. Y si clasificar nuestras pertenencias conlleva un tiempo, no duden que lo necesitaran con ración doble para hacerlo con nuestros pensamientos y nuestras emociones, pero cuando pasen los meses y llegue otra vez una nueva estación, con sus respectivas tormentas y vendavales, sabrán que habrá valido la pena.