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Estimados lectores,

Hoy me debo a ustedes. No suelo utilizar historias personales para incitarlos a la reflexión, sin embargo hoy, lo haré, aunque sea lo último que haga a través de este blog.

Esta mañana, muy prontito, porque madrugar un sábado soleado es de lo más agradable, con mis zapatillas de deporte, unos tejanos desaliñados y una coleta mal hecha, me he dispuesto a ir a buscar es "Diari Menorca", medio por el cual agradezco poder acercarme hoy a todos Ustedes.

Al salir por la puerta sin esperarlo, me han abordado dos vecinos, personas que han vivido cerca de mi familia durante más de cincuenta años. Seguidamente al pasar por la Plaza, lo han hecho de forma individual otras tres, y el comerciante que me ha atendido, también me ha dedicado unos preciados minutos a alabar lo más importante de mi vida. Todos sus comentarios, referían los siguientes aspectos: "Lo siento mucho", "Tranquila, menos mal que tots el coneixem", "qué duro meterse en el terreno político, buscan donde no hay, es política sucia", "la gente es mala".

Asombrada ante tal expectación, porque no sabía exactamente de donde soplaba el viento, y agradecida eso sí, por tales comentarios de confianza en los que se ensalzaban grandes valores humanos, he vuelto a mi casa, con este periódico en mano. Cuál ha sido mi sorpresa cuando al abrirlo por la página 9, mientras que mi perrita de ojos almendrados me miraba con cara de querer el desayuno, veo que los mismos responsables de darme voz cuando me dirijo a Ustedes, han acercado mi historia personal más de lo conveniente a toda la sociedad. Por lo que al finalizar la lectura del artículo, y a sabiendas queridos Lectores, de su buen criterio para juzgar a las personas, me he dispuesto a ampliar la información en aras de proteger uno de los principios que mi padre, Gonzalo Marcos, "condenado por hacer una peineta a una vecina" y publicado a lo grande en las páginas que influyen en nuestros pensamientos, ha inculcado desde mi infancia: LA VERDAD.

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Dicha verdad no va a pasar por hablarles de mi padre, hoy no, porque muchos ya lo conocen y va a ser difícil que nadie pueda colarles un gol, venga de donde venga. Ni va a pasar por dedicar más de una palabra a quién ha querido ir a hacer daño entregando dicha información a los medios, de los cuales, me compadezco profundamente, ya que creerán erróneamente poder influir en su percepción sobre un Hombre. Únicamente voy a hablarles de mi, de mi verdad, porque en ésta, mi última publicación, me gustaría que conocieran un poco más a la persona que ha estado horas, escribiendo voluntariamente para intentar hacerles la vida fácil.

Me llamo Paula Marcos, soy Psicóloga Legal y Forense y además, estoy especializada en Conflictología. Mi pasión es la conducta de las personas y me encanta darme cuenta de que a través del esfuerzo y la técnica puede sacarse lo mejor de la humanidad. Trabajo en Servicios Sociales, apostando por sacar recursos desde la creatividad conjuntamente con mis compañeras, para que pese a que la vida les haya dado la espalda a quienes acuden al servicio, vean puntos blancos en su gran manta negra, porque los hay. Trabajo en la Policlínica Juaneda, apostando fuerte por aquéllas personas que acuden a mí para encontrar solución a sus conflictos. Quedo a disposición de los Cuerpos de Policía, a quienes admiro inmensamente, cuando un psicotécnico que los habilita para portar armas, no sale bien. También, formo a personas que quieren ser mejores. Me gusta estar a disposición de la sociedad y responder ante ella lo mejor posible, por ello a los 18 años me hice socorrista. En la actualidad, si les ocurre alguna desgracia y llaman al 112, cabe la posibilidad de que el psicólogo que venga a atenderles dejándolo todo, sea la hora que sea, para dejarse la piel en que ustedes pasen ese mal trago lo mejor posible, sea Yo. Me costó cinco años de mi vida sacarme mi licenciatura y trabajé duro, como muchos otros jóvenes, para poder ayudar económicamente a mis padres a pagar mis estudios.

Soy una persona humilde, honesta y trabajadora. Soy una apasionada de la vida. La gente que me conoce me quiere y confía en mí. Soy crítica, leal y franca. También, soy dura, es cierto, y tengo un carácter de lo más fuerte, pero me encanta reír y divertirme. Soy persistente, constante y justa. Soy tozuda, hasta terca, a veces. Soy fiel a mis principios y los defiendo, aunque debo decir que adoro la diplomacia. Me entusiasma admirar a las personas y conversar con un "vinito" en mano con ellas, sobre todo con aquéllas que se caracterizan por alguna genialidad. Yo las llamo, mis "mentores vitales". Me encanta escuchar y aprender. Soy una amante de los buenos momentos con la familia y con los amigos. Soy infinitamente gregaria (adoro estar en grupo), pero soy muy amiga de la soledad. Soy valiente, atrevida y a veces arriesgo demasiado, pero como dijo me dijo un gran referente: "Tengo dos cojones". Soy muchas cosas, es verdad y tengo infinitos defectos que debo pulir con el tiempo y la experiencia, pero sobre todo, y como dicen mis clientes cuando les incito a que digan algo positivo de ellos mismos, soy una buena persona.

Y soy todo eso, simplemente por una razón queridos Lectores, soy hija de mi padre, Gonzalo Marcos, el hombre que un día tras salvar cientos de vidas a lo largo de su carrera como policía y arriesgar la suya propia, hizo una peineta a una vecina, cuando ésta, intentó vilmente causarle un accidente de coche.

Ójala todo en la vida quedara en una peineta. Así que, ¡Larga vida a las peinetas!