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Los dinosaurios han invadido el Reciente Ferial de Maó. Las piezas que se exponen son réplicas de un tiempo remoto en el que eran la especie dominante en el planeta azul. ¿Existen hoy? Sí, aunque disfrazados y de diferente pelaje y condición.

Los nuevos dinosaurios habitan en diferentes escenarios. Un de los museos donde campan es el Senado. No son todos, pero sí el refugio del que huye del fracaso y el naufragio.

Uno de ellos es José Ramón Bauzá. Desde un escaño acolchado y al calor de lo miles de euros que acunan su exilio dorado, el expresidente de los 'populares' arremete contra sus antiguos discípulos. El mensaje que lanza es que es lo hizo bien (aún reconociendo la derrota electoral) y que su legado se ha extraviado en estos tiempos revueltos.

Por la gracia de su partido, ahora ocupa un sillón en la Cámara Alta, en el que sus señorías son como un jarrón chino que no se sabe si es objeto valioso o un estorbo. Pero lo que es cierto es que la tropa senatorial tiene poco que decir o hacer, salvo que sea un verso libre (el más cercano a nosotros es Juana Francis Pons Vila).

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Ahora el extodopoderoso Bauzá se lamenta de que en su partido no se haya seguido su estela, su legado, su ideario.

Para don Ramón, como otros tantos, es difícil pasar de los focos de la actualidad al baúl de los recuerdos. Pero la resistencia al olvido es más fuerte que la realidad. Perdió entre un mar de polémicas que le hizo desaparecer en una orilla aislada.

Es humano pensar que la culpa no es de uno, sino de las trabas de su partido, de las circunstancias externas, de la coyuntura sociopolítica... En definitiva «no soy yo» son los otros que van contradicción. Pero las culpas suelen tener un nombre y apellidos.

En este caso hay que mirarse al espejo y reconocer que ya se forma parte de un museo y que, por si a caso mejor no meneallo.