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Es fácil distraerse o buscar una vía de escape. Incluso puede llegar a ser terapéutico. Puedes entretenerte con la Eurocopa de fútbol -y hasta sufrir por ver lo que hacen un puñado de millonarios- o contar los días que quedan para las fiestas de Sant Joan (qué bien te lo pasarás con los colegas). Y si ello no basta, está la tele o la campaña electoral (perdón, pero es lo que hay).

La vida es una película, en la que como seres humanos, solo somos un fotograma. Las opciones son ser actor o espectador. Sin embargo, hay otra posibilidad: ser sufridor. Y en estas estamos la mayoría.

¿Por qué Menorca siempre es la última de la fila? Y lo peor es que hemos asumido el papel de resignados, porque nadie o nada nos anima a pensar lo contrario.

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Ejemplo. La eterna demora de la radioterapia. Se van acumulando plazos por tal o cual, mientras que los enfermos padecen la inoperancia de los políticos con mando en plaza. Sí, lo siento, pero que cada uno haga examen de conciencia. No estamos hablando de una licencia de obras o de un mercadillo (qué bien quedamos en las fotos). Hay enfermos de cáncer que al sufrimiento de la enfermedad hay que añadir la incomodidad, por no utilizar otro adjetivo, de los desplazamientos. Estamos en una comunidad dispersa por el mar Mediterráneo. Esto es un problema y lo que interesa.

Para lo esencial, las reivindicaciones históricas de la Isla, no hay soluciones. Y, lamentablemente, seguiremos así. Mendigando y sin recibir pan.

Pero es que todo suma para indignarse. Añadimos datos, como que el gasto en prestaciones sociales básicas cayó en Menorca un 20 por ciento en plena crisis.

Callamos o nos callan. Mientras, se aplaude el buen rollo entre Ramos y Piqué.