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Hay quien, en su trayecto diario hasta su lugar de trabajo, coge el coche, la moto, el autobús, el metro, la bicicleta. Hay incluso afortunados que van a pie. Yo, no.

Yo… ¡yo voy en kayak!

Pero claro, antes tengo que explicar que mi oficina no es una cualquiera, no. Tengo ni más ni menos que el enorme privilegio de trabajar en pleno corazón del puerto de Mahón. Por supuesto, me refiero a la Isla del Rey.

En ella convivo con muchos animales: la mayoría bípedos, como las diversas aves que alegran mis tareas con sus cantos y plumajes; o como los voluntarios que, a diario, me acompañan y obsequian con sus sonrisas y su interés. Otros tienen aletas, como los peces que se apresuran a inspeccionar mi pequeño medio de transporte marítimo apenas llego al muelle. Y, finalmente, otros tienen cuatro patas, escamas, una larga cola y se cuentan por miles. Son las sargantanas de la Isla del Rey, estrellas de la fauna de la isla, y objeto de mi tesis doctoral.

Me presento: soy Alicia, palentina de nacimiento aunque salmantina de adopción. Estudié allí la carrera de Biología y, tras un Máster y mucho esfuerzo, conseguí un contrato de la Universidad de Salamanca para poder dedicarme de lleno a lo que más me gusta; esto es, investigar la vida animal. Mi director de tesis, el catedrático de Zoología Valentín Pérez Mellado, lleva media vida dedicándose a los reptiles insulares, así que cuando me propuso desarrollar mi trabajo aquí, en Menorca, supe que viviría grandes experiencias.

Y efectivamente, así está siendo. Armada de prismáticos y bloc de notas, desde Abril visito a diario la Isla del Rey, para registrar con detalle los movimientos de las lagartijas, capturarlas y tomar diversas medidas morfológicas. Para poder controlarlas, les pinto un número blanco en el dorso, lo que propicia situaciones de lo más simpáticas. Podría, por ejemplo, hablaros del número 28, todo un donjuán lagarto, eterno conquistador de damas escamosas, aunque bastante cobardica. O del número 66, vistoso galán de lomo azulado, archienemigo mortal de su vecino 38, con quien ya ha intercambiado algún que otro mordisco. O de la bella número 13, quien se ha ganado el sobrenombre de Marilyn por su rubia librea y una graciosa mota negra en el costado. Aunque confieso mi debilidad por 127, un pequeño granuja sin miedo a nada.

Ya lo veis. Estamos en Agosto, y ya pienso con pena en Septiembre, cuando me despida de mis amigas las sargantanas hasta la próxima primavera. Por suerte, irme tendrá sus cosas buenas: sé que cuando vuelva, Luis Alejandre y los voluntarios —muy en especial Vizcaíno, Juan, José, Toni, Marga y mi amigo Xiscu— me recibirán con los brazos abiertos, como hicieron en mis primeros días en la isla. Todos ellos ya me consideran una amiga más de la Isla del Rey… y es que este pequeño islote, seas un amante de la historia o de la ciencia, sin lugar a dudas, te roba el corazón.

Alicia Isabel León Lobera

Investigadora