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Casi nadie habla de turismo de congresos en Menorca. Bueno, no es el del todo cierto, Jordi Moya lo hace y no con poca pasión. Se le ha de reconocer a Sine Dolore que haya sido capaz de consolidar un congreso que este año va a volver a reunir a unas mil personas en dos hoteles de Sant Lluís y Alaior.

El éxito es el fruto de la constancia. Doce años después, además del congreso, impulsa el Parque temático Sine Dolore, en su tercera edición, y otras iniciativas que merecen ser valoradas por los ciudadanos y también por los gestores de las administraciones públicas.

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No es el único congreso. Habrá otros de farmacia y otras especialidades sectoriales, además del que se refiere al patrimonio. La Isla tiene atractivos suficientes para impulsar esta actividad, como uno de los elementos para alargar la temporada, cuando la necesidad de una mayor ocupación permite ofrecer unas buenas condiciones económicas y una oferta de vuelos suficiente.

Ciutadella debía contar con un Palacio de Congresos según la programación de infraestructuras del actual PTI. Durante un tiempo fue un tema de portada, pero es uno de los proyectos que se ha fundido. Mientras, en Palma se están a punto de colocar las 2.500 butacas que se repartirán entre los auditorios de su Palau de Congressos, un proyecto que ha recibido un nuevo impulso con el acuerdo entre el Ayuntamiento de la capital balear y el Govern.

En Menorca no hace falta construir un palacio de congresos. Tenemos infraestructuras suficientes. El Llatzeret, por poner un ejemplo. Lo que creo que hace falta es la ambición, la capacidad de gestión y los recursos económicos suficientes para desarrollar un proyecto que valga la pena. Muchos dicen: «Después habrá que mantenerlo». Se olvidan de que hay que diferenciar lo que significa gastar de lo que representa invertir en economía productiva.