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Los estados del sur de Estados Unidos son fuertemente conservadores y en general sus ciudadanos eligen a políticos del Partido Republicano para el gobierno del estado. Texas puede que sea uno de los más conservadores, desde la mitad del siglo pasado el Partido Republicano ha controlado el estado.

El resultado de ese control republicano es que siguen políticas económicas al modelo de Reagan. Una de ellas es la llamada trickle-down economics, o sea la economía basada en el goteo hacia abajo.

¿En qué se traduce eso? Se cortan los impuestos a los niveles más altos con la esperanza (o la justificación) de que los beneficios económicos, más inversiones y más gasto, vayan goteando a los niveles bajos. En la práctica pocas gotitas caen.

Un paisaje nevado poco usual en Texas.

Lo que pasa es que al bajar los impuestos a las grandes fortunas cada vez hay más multimillonarios que se van mudando a los estados del sur. Uno de los últimos ha sido Elon Musk. No parece que estas mudanzas hayan ayudados a estos estados. Algo parecido esta sucediendo en España con respecto a la comunidad de Madrid, en donde se han reducido mucho los impuestos de sucesiones.

Pero no es solo en la reducción de impuestos que se caracteriza la política de Texas, está también la eliminación o reducción de regulaciones de todo tipo. Evidentemente las que afectan al cambio climático son las primeras en ser reducidas ya que como dijo Trump "el cambio climático es un cuento chino".

Por otra parte, Texas tiene su propia red eléctrica, separada del resto de Estados Unidos, y sus regulaciones son mínimas.

Como dijo un exgobernador del estado, los tejanos prefieren estar tres días sin luz que tener regulaciones. Todo perfecto.

El problema es que el cambio climático no es un cuento chino y una de sus consecuencias es el haber abierto un camino de tormentas que va desde Alaska al sur de Estados Unidos pasando por el centro y luego sube de nuevo por el este, cruza el Atlántico y va a Europa. España ya es blanco acostumbrado de estas tormentas como fue el caso de Filomena.

En febrero una de estas tormentas especialmente fuerte y fría, peor que Filomena, llegó a Tejas. El estado se cubrió de nieve por más de una semana, las tuberías se congelaron y los tejanos se quedaron sin agua, además fallaron muchas plantas eléctricas y gran parte de la población, unos 8 millones de personas, se quedó sin suministro eléctrico. Mientras las temperaturas estaban entre -2 y -22 grados. Unas 58 personas murieron como consecuencia de la tormenta.

La primera reacción de los políticos de Texas, como en el caso de Madrid, fue culpar al Gobierno central. Biden debe ser un mago para causar todo esto habiendo estado solo unas tres semanas en el gobierno. Luego pasaron a culpar a las centrales basadas en energías limpias como viento y sol. Como siempre hay que culpar a los demás. La realidad fue que muchas plantas de producción de electricidad basadas en gas se quedaron sin suministro debido a la congelación de la tuberías de distribución y hubo muchos otros fallos en otras plantas mientras la demanda de electricidad subía sin parar. Una crisis total.

Pero aquí no pararon los problemas de los tejanos. Las compañías eléctricas ofrecen en Texas un plan en que el cliente paga según el precio de la electricidad en el mercado en cada momento. Debido a la escasez de suministro eléctrico y la alta demanda, los precios llegaron a subir por un factor de hasta 10.000. Claro, los tejanos no se enteraron de esto hasta que miraron la factura del mes.

Antes de la tormenta, en promedio las facturas mensuales estaban entre 200 y 300 dólares. De pronto muchos se encontraron facturas de varios miles de dólares. En un caso de un hombre mayor viviendo solo se encontró que tenía que pagar casi 17.000 dólares por la electricidad en febrero. Un desastre, excepto para las compañías eléctricas.

Este caso es casi un ejemplo de libro sobre la efectividad de este sistema económico. ¿Alguien habrá aprendido algo? Imagino que no, y se seguirá votando a los mismo.