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Después de una agradable visita al Hospital de la Isla del Rey. Cuando acabamos la excursión y esperábamos a que viniesen a por nosotros y a por los demás visitantes que esa mañana habíamos ido a ese lugar tan especial. Me quité mi funda dental para tomar un poco de té caliente ya que hacía mucho frío. Ese día hacía viento, algo habitual en estas fechas del año en la isla y a lo que yo no estaba acostumbra, pues solo estábamos de visita para pasar el puente de la constitución. Mi funda se me voló de la mano acabando en el mar. Mientras veía como volaba, me dio un ataque de risa nerviosa puesto que nadie vio lo que había pasado. Cuando fui consciente de que acababa de pasar se me cortó la risa de golpe. Le conté a mis amigos (Carol, Pedro y Xisco) lo que me había pasado. Xisco, que es un chico muy ágil y valiente, saltó del muelle a una roca que había en el mar y buscó la funda, metiendo sus brazos en el agua del mediterráneo, que ya os podéis imaginar lo fría que estaba. Sin éxito alguno volvió a saltar al muelle donde estábamos todos. A mi no se me quitaba de la cabeza que no me iba de allí si intentar buscar la funda yo misma, así que me disponía a saltar a la roca. Mientras Pedro me decía que no, que él saltaría para buscarlas y Carol por otro lado me decía que bajase al agua por unas escaleras y así evitaría hacerme daño ya que de todas maneras me iba a mojar. Me quité las zapatillas y me metí en el agua, caminé varios metros hasta llegar a dónde deducí que se había caído. A todo esto la lancha estaba en el muelle y todos los visitantes estaban montados para volver a Es Castell.

Mientas la lancha se iba yo estaba allí metida en el agua, empecé a buscar la funda. Después de estar unos minutos buscándola. De repente, se paró un poco el viento y el mar se calmó, miré y la vi hundida. Grité «la tengo» y para mi sorpresa al girarme Carol se acababa de meter en el agua para ayudarme a buscarlas. Salimos del agua tiritando, yo ya con mis fundas puestas en los dientes. Mojada hasta las rodillas. No podía creer que la hubiera encontrado, ya que es un objeto no muy grande y transparente. Uno de los voluntarios vino a por nosotros para llevarnos a la otra orilla. Ellos también estaban sorprendidos de que las hubiera encontrado.

Sin duda alguna nunca olvidaré esa mañana. No solo por esta pequeña anécdota sino también al recordar la gran labor que hacen y muestran de manera altruista los voluntarios de la Isla del Rey.

Azucena Galvez
Visitante a la Isla del Rey