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Infancia, juventud y madurez. Los doce relatos autobiográficos de Jo Ann Beard (1955, Moline, Illinois) recorren las diferentes épocas de la vida de la autora y dejan una impresión de veracidad y realismo. Al acabar el libro tendremos la sensación de conocer a esta escritora como si de una amiga se tratara.

Beard cobró fama en su país natal tras escribir “El cuarto estado de la materia”, uno de los relatos que conforman “Los chicos de mi juventud”. Se centra en una masacre en la Universidad de Iowa que se produjo el 1 de noviembre de 1991 y que ella vivió muy de cerca puesto que trabajaba como editora en el departamento de Física de aquel centro universitario. Varios de sus estrechos compañeros fallecieron a tiros a manos de un estudiante chino, que celoso porque otro alumno lo derrotó al obtener un reconocimiento académico, mató a cinco personas antes de suicidarse. Ella había saludado a Gang Lu, el perturbado criminal, poco antes de que cometiera su asesinato múltiple.

Al margen del sangriento episodio en Iowa, no hay nada extraordinario en las vivencias que nos cuenta. Como el título indica aparecen algunos chicos de los que se enamoró en el instituto, recuerdos de algunas juergas con porros y pastillas, un concierto de Eric Clapton, la muerte de la madre y citas de algunas antiguas series de televisión que solo los lectores veteranos recordarán: Bonanza, Superagente 86, Misión Imposible o El agente de CIPOL.

Los abuelos de Beard, su padre borrachín, sus amigas del colegio, su prima, su hermana, el marido del que se divorció e incluso Hal, un muñeco que tenía cuando era tan pequeña que todavía no sabía hablar. son algunas de las personas que conoceremos en esta colección de relatos. Respecto a su muñeco, la autora nos informa que era su relación más lograda a la edad de tres años. “Lo maravilloso de Hal -dice- era que no solo era mi amigo, también era mi esclavo. Yo tomaba la mayoría de nuestras decisiones, incluida la de la bañera, que en retrospectiva fue el principio del fin”.

Publicado en Estados Unidos en 1998, el libro de Jo Ann Beard se enmarca en la actual corriente de autoficción y muestra una absoluta maestría para retratar su mundo más cercano. En el relato que sirve de prólogo nos cuenta una impresión al viajar de noche por una autopista azul oscuro al norte del estado de Nueva York: “Pensé para mí, y no por primera vez en mi vida: ‘Todo es perfecto; todas esas cosas que siempre pienso que van mal en realidad no van mal en absoluto’. Entonces miré por la ventanilla y las nubes se abrieron, de repente se veía el suelo nocturno y la luna- un disco amarillo chillón recortado contra una parde oscura- parecía mirarme raro”.

Esa mirada lunar sobre su propia existencia es la que nos ofrece Beard en el libro que ha editado Muñeca Infinita una nueva y pequeña editorial que da sus primeros pasos rescatando obras literarias que merecen la pena y que han pasado desapercibidas para los grandes sellos como es el caso de “Los chicos de mi juventud”.

Los chicos de mi juventud

Jo Ann Beard

Traducción de Raquel Vicedo

Editorial Muñeca Infinita

268 páginas