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En un bosque de Polonia existe una remota aldea judía, cuya existencia ignora la administración estatal y que por esta razón escapó milagrosamente de la Segunda Guerra Mundial y del holocausto nazi. Kreskol es un villorrio donde sus habitantes no conocen ninguno de los inventos modernos y viven conformados al ritmo y la mentalidad de siglos pasados y bajo el gobierno del consejo de rabinos. Ni siquiera saben hablar polaco y su lengua es el yidis.

En ese pequeño mundo, una pelea conyugal dará al traste con su aislamiento. Todo ocurrirá cuando Pesha desaparezca del pueblo tras divorciarse de su bruto marido Ishmael. A continuación, será éste quien se esfumará misteriosamente. Los rabinos preocupados por lo que pueda suceder y por un posible crimen enviarán al joven e inocente Yankel a que trate de encontrar a los dos desparecidos y a partir de ahí todo se irá enredando.

Este es el punto de partida de La aldea perdida, novela con la que Max Gross (Nueva York, 1978) ganó el premio “National Jewish Book Award” y que Gatopardo ediciones acaba de publicar en España con traducción d Irene Oliva Luque.

Es cierto que alguien podrá decir que el punto de partida de esta fábula es muy rebuscado. Pero qué pensaría un lector que no conociera la historia del siglo XX si le dijeran que el país más culto de Europa creyó encontrar solución a sus problemas exterminando a todos los miembros de una etnia humana. Mucho más increíble que lo que plantea Gross en su primera novela.

El choque entre la vida moderna y la existencia tradicional da mucho juego y algunos momentos hilarantes. Este contraste entre dos mundos es uno de los aspectos a los que mejor partido le saca La aldea perdida. Otros temas que asoman por las páginas del libro son el antisemitismo, la codicia, la superstición, la mentira, la gentrificación turística, el populismo y el amor. Lo mejor es cuando se centra en las patéticas peripecias de dos de sus personajes: Pesha y Yankel y sus nuevas vidas tras abandonar Kreskol. Una peculiarísima pareja a la que el autor le insufla vida.

La aldea perdida

Max Gross

Traducción de Irene Oliva Luque

Gatopardo ediciones

453 páginas