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La preocupación por el agua está presente en la vida de nuestra Menorca. La nueva y discutida Ley de Reserva de la Biosfera y una Mesa redonda celebrada en nuestro antiguo Ateneo Literario y Científico de Mahón, han incidido sobre el tema. Si fuese Ingeniero me preocuparía por el enorme gasto derivado de las fugas y averías en nuestros municipios, sin comprender como con los modernos materiales de canalización, las administraciones no se toman en serio su reparación. Y como soy soldado y lo puedo constatar, me preocupa una enorme tubería de fibrocemento que atraviesa el conjunto histórico de San Felipe que desde hace veinte años juran es provisional, cuando está en trance de convertirse en un elemento arqueológico más del recinto, al que daña y distorsiona. Añado a ello, porque también soy ciudadano, mi preocupación por las toneladas de agua que se vierten al mar, al pie de aquellas históricas murallas. Y siguen prometiendo año a año que se proyectan soluciones. Por supuesto en la Mesa Redonda del Ateneo -Directora General presente y ponente- no se habló del tema.

Y como veo que por el camino de la reivindicación seria no hay nada que hacer, cambio de tercio y me arrimo a una solución más sencilla.

Tenemos constancia de que la tina en madera o en cinc, ya se utilizaba en el mundo grecorromano. En la Edad Media el término «lavacolla» ya entraba en los parámetros del Camino de Santiago y hoy da nombre a su aeropuerto. No hace aun demasiados años, en un hotel de Beira (Mozambique) ciudad arruinada por la guerra que en tiempos de Portugal era una especie de Marbella, al hacer el chequeo de entrada te suministraban un cubo con agua. Con el te buscabas la vida para todo. Suerte, si la habitación estaba en pisos bajos; mas complicado si pasabas del tercero, porque por supuesto los ascensores tampoco funcionaban. Lo que estaba claro es que el consumo de agua no era el mismo que el que apuntó Jose Antonio Fayas en el Ateneo para cada turista/día en Menorca.

Cuando recientemente llegaron a la Isla del Rey tres ejemplares de históricas tinas procedente del legado de Jim Maps, le dimos más importancia a su procedencia, que a la propia utilidad de las mismas. A Jim Maps le debemos entre otras muchas cosas, el haber salvado el Cementerio Anglo-Americano de nuestro Puerto, abandonado en aquellos años por Defensa. Su familia que constituye hoy, uno de nuestros mejores apoyos, citó «que procedían de la zona Trocadero», lo que ya de por si, añadía un más que entrañable morbo. Imaginamos aquellas oleadas de soldados que bajaban un sábado tarde de la Mola, atendidos en tiempos acotados por las «visitadoras» ubicadas en aquel «barrio», utilizando las tinas como necesarios elementos de higiene.

Una señora mayor de San Luis, que conservaba en casa su tina, ratificó su uso: «con poca agua, fácil de calentar, nos bañábamos en cuclillas tres hermanos, mi madre y a veces mi padre; era cuestión de ir añadiendo agua caliente». Jose Barber que nos cedió la de su familia, no concretó si era de uso individual o colectivo

En resumen: propongo que en próximas campañas de promoción de Menorca, a la vez que prohibimos que compren casas, que mejoren fincas abandonadas, que vengan en coche y que se asomen a nuestras playas, les invitemos a utilizar las históricas tinas como elemento diferencial de nuestra insularidad, a modo sustitutivo de bañeras, duchas y bidets, que con su excesivo consumo arruinan lo mejor de nuestros acuíferos.

Luis Alejandre Sintes

Voluntario