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No es la primera vez (al menos llevamos tres) que hablamos de la influencia de las pantallas en el desarrollo del niño. Lo hicimos antes de la epidemia de la covid-19 («Es Diari» 17-12-2018 ) y lo hacemos ahora pues ésta situación ha tenido un efecto secundario no del todo evaluado en la utilización de estos dispositivos en el desarrollo neuropsicológico de nuestros pacientes más jóvenes.

Ya comentamos cómo  la American Academy of Pediatrics (AAP) recomendaba a nivel general a los padres limitar el tiempo que los niños están delante las pantallas, pues ésta resta tiempo que se dedica al ejercicio físico, algo que contribuye a la obesidad infantil. Otros aspectos para su control son los relacionados con el hecho de que reducen la curiosidad del niño al ser medios que se utilizan para combatir el aburrimiento, lo que influye en creatividad del niño; por la potencialidad adictiva de éstos,    por su influencia en el sueño del menor… aspectos que a buen seguro    contribuyen en la maduración psicológica de nuestros niños.

Y comentamos el estudio de Twenge JM et al, (Prev Med Rep. 2018) que relacionaba el tiempo dedicado a las pantallas y aquellos indicadores de «bienestar psicológico» (estabilidad emocional, relaciones con los cuidadores, autocontrol, alteraciones del humor, y tratamiento por enfermedad mental) de 44.734 niños entre 2 y 17 años en el año 2016 del «US in the National Survey of Children's Health» (NSCH) en EEUU, y como demostraba como estar más de una hora delante de    las pantallas se relacionaba con una más baja puntuación en «bienestar psicológico»; sea    menor curiosidad, menor autocontrol, más facilidad de distraerse, más dificultad a tener amigos, menos estabilidad emocional, más dificultad para el cuidado de los mismos e incapacidad para finalizar las tareas encomendadas… Y en aquellos, niños mayores ya adolescentes entre 14-17 años que utilizaban estos aparatos más de 7 horas diarias, frente a aquellos que lo hacían menos de una hora al día, que tenían dos veces más probabilidad de ser diagnosticados de depresión y    de ansiedad o de haber sido tratados por profesionales de enfermedad mental en los últimos 12 meses.

Según este estudio, por tanto, existiría mayor repercusión psicológica de la utilización de las pantallas en el bien estar psicológico entre los adolescentes que en los niños más pequeños.

Hoy, por tanto,  hablaremos de la influencia de las pantallas en los niños más pequeños pues según fuentes americanas (McArthur BA, et al) el 75% de los niños menores de 2 años (o sea muy pequeños) en la actualidad pasar parte de su tiempo delante de las pantallas, sea la televisión, tablets, smartphones.

A primera vista no sabemos si esto puede afectarles en su desarrollo psicológico,    en el retraso del lenguaje, en problemas de atención, de comportamiento, a nivel emocional, concentración, agitación, desafío,..., o más adelante ya más mayores en problemas de escolarización (lectura, cálculo...), aunque las recomendaciones de las Guías de Práctica Clínica en estas edades al respecto son claras: evitar utilizar pantallas en niños menores de 18 meses y un máximo de una hora al día en niños menores de 2 años. Algo que al parecer no se cumple.

En este caso Mika Sugiyama et al publicaron hace un mes un estudio en JAMA Pediatr que investigó si mayor tiempo delante de las pantallas en niños de 2 años se relacionaría con cambios en su desarrollo neurológico a los 4 años y si esta asociación podrían estar influenciada con el tiempo que el niño juega al aire libre a la edad de dos años.

Se estudiaron a 1.258 niños del    Hamamatsu Birth Cohort Study for Mothers and Children (HBC Study), nacidos entre diciembre del 2007 y marzo del 2012 y seguidos desde los 18 meses a los cuatro años de edad, registrando el tiempo que estaban en contacto con pantallas.

Se utilizó un sistema de puntuación para medir la comunicación, socialización, comportamiento adaptativo, habilidades..

En total se estudiaron a 885 niños (50% niñas) con una media de contacto con pantallas de 2,6 horas al día y se demostró en éstos que cuanto mayor era el tiempo en contacto con las pantallas menor era la puntuación en comunicación a los 4 años de edad algo, que sin embargo, no estaba influido por el tiempo que el niño estaba al aire libre. De la misma forma, más tiempo delante pantallas se asoció con menor puntuación en habilidades en la vida diaria, aunque en este caso estuvo levemente mediado por las actividades al aire libre (18%).

Y por último, la frecuencia en los juegos al aire libre estuvieron relacionados, como no podía ser de otra manera, con la socialización del menor, al contrario que el tiempo dedicado a las pantallas.

Concluyen que el tiempo que pasan los niños de dos años    viendo pantallas (más de una hora diaria) está directamente asociado con su desarrollo neurologico, con el nivel comunicacional de este a los cuatro años de edad; algo que también se aprecia en las habilidades de la vida diaria (higiene personal, comer, vestirse...), aunque en este caso existiría una influencia de los juegos al aire libre a dicha edad que podría compensar en parte el efecto nocivo de las pantallas.

Hay que notar que los resultados se refieren a niños evaluandos antes de la pandemia. Probablente de haberlo hecho tras ella (niños confinados) los resultados podrían haber sido más impactantes.