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Dormir mal, en exceso, de manera insuficiente, con problemas de conciliación, utilización de hipnóticos… es causa de problemas diversos, desde cardio-vasculares, mentales (cognitivos, demencia, ansiedad...) a generales (flojedad, astenia, mareos...), como hemos comentado en escritos anteriores. Y de todo ello nos ha quedado la idea general de que dormir poco es malo para el corazón y mucho en cambio para el cerebro. Pero, siendo una molestia común y de no fácil tratamiento, ¿se pueden compensar los efectos de dormir mal de la alguna manera?

Es un tema difícil de abordar, de ahí que todo lo que se pueda hacer para compensar o evitar sus consecuencias es bienvenido. Y no hablo de fármacos, sino del ejercicio físico, algo que ya planteamos hace alrededor de dos años en un artículo que intentaba responder a la pregunta ¿Compensa la actividad física la mala calidad del sueño? (MENORCA «Es Diari», 13-08-2021).

Entonces analizamos un estudio de Bo-Huei Huang et al. (Br J Sports Med. 2021) que, en aquel momento se había publicado, y que relacionaba el sueño y la actividad física con la muerte por cualquier causa o por causa específicas; e indirectamente de si un factor pudiera influir, e incluso compensar al otro.

Era un estudio importante por la cantidad de individuos incluidos en el análisis, 380 055 individuos de 55,9 (8,1) años, 55 % mujeres, de una base de datos británica, el UK Biobank, y con un seguimiento de 11 años -hasta mayo del 2020-, en la que se recogía la cantidad de actividad física; fuera alta, media, baja; y la calidad de sueño, fuera «saludable, intermedio o deficiente», de ahí que entre unos factores y otros existieron hasta 12 combinaciones posibles.

Según dicho análisis, en comparación con el grupo de mayor actividad física y sueño saludable (el de referencia), una actividad física escasa y una mala puntuación en el sueño aumentaba el riesgo de muerte por cualquier causa de manera notable (un 57 % mayor riesgo aleatorio), el cardiovascular (67 %), y por cáncer (45 %). Se sugirió en este estudio, pero no se demostró, que la actividad física podría compensar el exceso de riesgo de muerte  producido por una mala calidad del sueño.

En este sentido, un año después Li-Jung Chen (2022) abundando en lo mismo y sobre 341.248 adultos (edad media 39,7 años, 48,3 % varones) y 15 años de seguimiento y también clasificando el sueño y la cantidad de ejercicio físico en consumo de energía y su asociación con la mortalidad, demostró lo conocido, que la mala calidad del sueño (dormir mucho, pero no poco, dificultad para conciliar el sueño, o el uso de hipnóticos...) aumentaba el riesgo de muerte y por el contra, lo novedoso, el  tener una vida activa y practicar un ejercicio moderado (25-65 minutos/días) podía eliminar esta asociación.

Y por último, un estudio de enero pasado, que es el que ha motivado este escrito, de Mitch J Duncan et al. en el mismo medio J Sport Health Sci (2023), analizando la asociación entre el cumplimiento de la pautas de actividad física recomendadas por las Guías de Práctica Clínica, la duración del sueño y el riesgo de mortalidad entre 282.473 adultos entre 18-84 años de la encuesta de la U.S. National Health Interview Survey (2004-14) americana, ha demostrado como, que al igual que los anteriores estudios, que comparando aquellos adultos que cumplían las recomendaciones de ejercicio, fuera dinámico o de fuerza, y la duración del sueño; aquellos que no las cumplían o que tenían un mal dormir, incrementaban el riesgo de fallecimiento por cualquier causa, siendo ambos factores sinérgicos.

Se demostró, a su vez, que para una determinada duración del sueño el riesgo de fallecimiento estuvo relacionado con la calidad y cantidad de ejercicio físico realizado. Y, en otro sentido, por cada nivel de actividad física la mortalidad fue mayor en aquellos con mayor duración del sueño. Así que ambos factores pudiendo ser aditivos pueden, en sentido contrario, compensarse el uno al otro.

Así que si tenemos un mal dormir, al menos seamos activos, hagamos ejercicio físico diariamente (más de 25 minutos), compensaremos de alguna manera los efectos perjudiciales de éste.