La visita, a principios de Septiembre pasado, del Director del Museo de New Smyrna (Mr Greg Holbrook, a quien Es Diari entrevistó en su día) fue un capítulo más en la ya larga relación de Menorca con aquella península, destino de nuestros emigrantes del siglo XVIII. Visita que no fue meramente de descubrimiento de nuestra isla (que también) sino que tenía como objetivo esencial la entrega a nuestras autoridades locales de sendas invitaciones para asistir a una importante conmemoración.
Invitación tempranera, ciertamente, y en concreto para asistir en Florida a los actos previstos para principios de Abril de 2027. Recordemos que en 2018 se conmemoró en New Smyrna el 250º aniversario de la llegada de nuestros emigrantes al territorio previsto para la plantación de índigo promovida por el Dr. Andrew Turnbull. Conmemoración a la que asistieron ya representantes del Consell Insular y de la Fundación del Hospital de la isla del Rey.
Como es ya conocido, la plantación no produjo el resultado esperado debido a diversos factores, provocando el descontento de los colonos (sometidos desde el principio a las extremadas condiciones climáticas de la zona, infestada de mosquitos, y bajo unas condiciones de trabajo extremadamente duras). Una heroica y decidida delegación se entrevistó con el gobernador británico (hablamos de 1777), quien terció ante el promotor dando por extintas las cláusulas que ligaban a los colonos con éste durante un período que, en muchos casos, ya había sido excedido.
Esta intervención permitió pues que nuestros paisanos, y el resto de colonos (recordemos ante todo al numeroso contingente de griegos, de religión ortodoxa) abandonasen la plantación con destino a la ciudad de San Agustín, sede del gobernador de Florida oriental desde su fundación en 1565. Allí pudieron establecerse como ciudadanos libres e iniciar una nueva vida, lo que dio lugar al sorprendente colectivo de «American Minorcans» que sigue presente y activo hoy en día.
Los actos previstos en 2027 tienen por objeto conmemorar esta marcha (un verdadero Éxodo, como ha sido denominado), 250 años después. Los contactos mantenidos por nuestros visitantes, tanto con las autoridades (incluido el Obispo de Menorca), como con quienes tuvimos la oportunidad de acompañarles, confirmaron una vez más la constancia en el mantenimiento del recuerdo, tanto de la fundación de San Agustín por Diego Menéndez de Avilés, como, por parte de los «menorquines americanos» de los avatares de sus antepasados. Las imágenes que se adjuntan corresponden a la edición del "National Geographic" de Febrero de 1966, que recoge la celebración del 400º aniversario de la fundación de San Agustín, y donde no falta la imagen de una joven "Minorcan" vestida para la ocasión.
Como ciudadanos que somos del siglo XXI, esta historia, como tantas similares, conlleva detectar matices que han sido objeto de comentario durante la visita y que me permito reflejar aquí. El primero es que en algunas publicaciones se ha llegado a calificar como de esclavitud las condiciones que se impusieron a los colonos, lo que en cierta forma sugiere que esa emigración tuvo, desde el principio, características esencialmente negativas. Es conveniente, creo, analizar y tener presente las condiciones, tan distintas de las de la esclavitud, que tenía la expedición. Los colonos habían firmado con el promotor un contrato, por escrito, por el que se comprometían a cumplir con sus cometidos durante un período de tiempo, durante el cual el promotor recuperaría, mediante el producto de la explotación, la enorme inversión que significó sin duda obtener la concesión. Asumió a su cargo fletar las embarcaciones para el viaje, la alimentación durante el viaje (de hasta 6 meses de duración en algún caso), y el período de arranque de todo el proceso productivo. Es lo que en inglés se denomina «indenture», relación contractual que apareció en la formación de aprendices en las manufacturas, y que se aplicó luego a las operaciones que estamos comentando.
Un segundo matiz es el de la acertada denominación de «American Minorcans», que ya utilizara Jane Quinn en su magnífica obra «Minorcans in Florida», en 1975, para describir al colectivo, y que es acertada por cuanto define a un colectivo de menorquines naturalizados americanos (evidentemente, ciudadanos de los Estados Unidos), y no como unos americanos «especiales». De forma implícita, describe muy bien cómo los múltiples colectivos de emigrantes conforman la nación americana a partir de sus procedencias respectivas. Matiz éste que considero importante tener en cuenta también en nuestra Europa actual.
Oscar Sbert Lozano
Voluntario
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