Deporte desde la infancia

TW

Actualmente, y después de estudios sobre este tema, se ha concluido que practicar deporte desde la infancia es básico para favorecer el desarrollo del cerebro, especialmente la zona de la amígdala, esencial para la percepción de las emociones y del peligro.

En el período de transición de la infancia a la adolescencia, la personalidad sufre cambios y se prepara para adquirir seguridad. Esta es otra de las razones principales para adquirir el hábito del deporte y recibir los beneficios de su práctica.

Se recomiendan 60 minutos diarios de ejercicio en la infancia, aeróbico de preferencia, intercalado con sesiones de musculación. Todo este programa de ejercicio, puede orientarse como diversión y formando grupos para su práctica. El aire libre facilitará estos objetivos, de manera que no sean impuestos como «hábitos saludables», que pueden generar rechazo y verse como una obligación. El baile coreografiado y con música es un excelente ejercicio. Los juegos en el domicilio, activos naturalmente, huyendo de las redes sociales, son un complemento. Es importante tener la flexibilidad de ejercitar la actividad tanto al aire libre como en lugares cerrados. Si se ha programado un deporte o salida al exterior, y se produce un cambio climático inesperado, conviene tener flexibilidad cambiar a otra actividad en el interior.

La infancia es una etapa clave para implantar hábitos duraderos. Lo que se aprende en la infancia, tiene más probabilidades de mantenerse en la adultez. Un niño activo tiene más posibilidades de ser una adulto activo. La práctica regular de deporte combate la obesidad    infantil, mejora la postura, la coordinación y fortalece el sistema inmunológico.

El deporte estimulará en el niño no solo lo físico, sino también lo cognitivo, emocional y social. Es una herramienta completa de educación y desarrollo. Establece equilibrio emocional, hábitos de disciplina y responsabilidad, y al seguir unos horarios, ayuda a los niños a ser más organizados y comprometidos.

Canaliza la energía y el estrés. En esta época de estímulos múltiples en las pantallas y deberes escolares, el deporte actúa como vía de escape y de equilibrio emocional. Evitar el sedentarismo es muy importante, sobre todo cuando va acompañado del uso excesivo de pantallas, tablets, teléfono, ordenador… Es la infancia el período ideal para evitar los hábitos sedentarios en la población.

Conviene despertar en el niño el sentido lúdico de caminar y subir y bajar escaleras a pie, en lugar de utilizar medios mecánicos. Ir en bicicleta, en vez de patinete eléctrico, y potenciar actividades en el tiempo del recreo y extraescolares.

Las principales ventajas sociales de implantar en la infancia el hábito del ejercicio físico son :

- Fomentar el deporte en equipo.

- Desarrollar actividades de comunicación.

- Promover la empatía y el respeto.

- Fortalecer el sentido de pertenencia.

- Prevenir conductas antisociales.

- Mejorar la autoestima la autoconfianza.

El lugar de práctica deportiva al aire libre deberá ser seguro evitando peligros y utilizando material de protección según el deporte (cascos, guantes, rodilleras, espinilleras y calzado).

Tradicionalmente se ha desaconsejado la práctica deportiva en niños con diferentes discapacidades, físicas y psíquicas. En la actualidad se ha comprobado que el deporte, adaptado según los casos, es de gran beneficio e incluso mejora globalmente el estado de salud. Proporciona seguridad y alegría procurando a los practicantes un sentimiento de participación activa.

El aporte de líquidos, antes, durante y después del ejercicio, es básico. La nutrición será también programada para conseguir niveles de energía óptimos, siendo también necesarias las horas de descanso.

Cuando el ejercicio se realice al aire libre, evitaremos las horas de temperaturas e insolación extremas, teniendo además en cuenta las variaciones climáticas para la práctica. Lugares con lluvias repentinas o gran índice de humedad pueden no ser adecuados para la práctica deportiva de la infancia.

Los adultos, padres y profesores que den ejemplo, practicando ellos deporte, serán imitados por los niños, consiguiendo así una inducción a la vida activa.

Probar diferentes juegos, incluso inventar algunos, permite que los niños elijan el que más les gusta. Si ellos inventan juegos también desarrollan además el sentido creativo en vez de copiar.

Es preciso mentalizar el ejercicio en aras de la diversión, más que en sentido competitivo.    Dado que vivimos en una sociedad muy competitiva, y que incluso el sistema escolar y la futura selectividad para entrar a estudiar en la mayoría de grados premia la competitividad académica, orientar el ejercicio físico como una diversión libera la tensión.