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La estación primaveral ya llega a su fin, y pronto entraremos en esta estación del año en la que Menorca recibe una gran cantidad de turistas allegados de diferentes partes del mundo. Siempre se habla de nuestra Isla como aquel paraíso que todo el mundo quiere visitar. Sus playas de agua cristalina, el Camí de Cavalls , la tranquilidad de los pueblos y la gastronomía, hacen de ella el mayor atractivo del que disponemos. Pero, ¿Puede todo el mundo disfrutar de este paraíso? ¿Está Menorca preparada y equipada para las personas con diversidad funcional?

Hace unos meses que observo las infraestructuras de las que disponemos en la Isla (parques públicos, tiendas, calles, museos, bares, playas...) y lamentablemente me he encontrado con más barreras arquitectónicas de las que me hubiera imaginado. Nos empeñamos en vender Menorca como aquel paraíso al que todo el mundo tiene acceso y esto no es así. Ya se que algunos de vosotros pensareis que en realidad las cosas sí se han mejorado; muchas playas y lugares han facilitado su acceso para que personas con discapacidad también tengan la oportunidad de visitarlos, pero todavía nos queda mucho por hacer. Ir a un parque, a comprar pan, a una peluquería, a una tienda de ropa, a un bar, supone en muchos de los casos una misión prácticamente imposible para este colectivo.

Sé que las cosas no se cambian de un día para otro, y también sé que nunca estarán bien hechas a ojos de todo el mundo; pero no pido grandes cambios a corto plazo, sino pequeñas acciones que mejoren poco a poco la vida de todos los ciudadanos. Quiero que reflexionemos sobre la exclusión que muchas personas padecen a causa de estas limitaciones, cuyas se encuentran en nuestra vida cotidiana. No hace falta esperar a que nos toque de cerca para luchar por lo que realmente todos tenemos derecho: la igualdad de oportunidades.