TW

Queremos creer que estamos en una época de cambio, necesario y esperanzador.

Parece sensato relacionar la crisis con la globalización. La circulación instantánea. del capital ha permitido que el capital especulativo está por encima de los poderes políticos. Aprovechándose de la condición humana, en la que el deseo nunca se satisface, se crearon las famosas burbujas, cuyos estallidos nos sacuden. Hay expertos que dicen que sus artífices también perecerán porque el sistema es insostenible. Les pasará como al Rey Midas. Estudiosos de sistemas dicen que la crisis, o provoca la destrucción del sistema o un cambio radical en el mismo.

Si somos optimistas debemos saber que estamos ante un nuevo modelo, como la globalización, nunca conocida hasta ahora en el discurrir de la humanidad. Ya empezamos a sentir que a partir de ahora ya no es válido lo de «cualquier tiempo pasado fue mejor». Ya casi todos los que piensan saben que nuestros hijos no vivirán ¿tan bien? como nosotros. Tendrá que haber necesariamente una metamorfosis, no darle la vuelta a la tortilla. O un cambio como el que explica Freud: pasar del principio del placer al principio de la realidad, que dicho de otra manera sería una reorientación del goce.

Compartir en lugar de competir. Un goce que tendría que ver con la ilusión del amor.
El cambio climático, el uso descabellado de las fuentes de energía. Los fundamentalismos asesinos. El convertir un problema en un negocio ¿las farmaceuticas?

Y todo esto que me hierve en la cabeza desde hace tiempo tiene que ver con lo que estamos viviendo en Menorca. Porque suceden cosas tan disparatadas como las rotondas, pero hay más de las que no nos damos tanta cuenta. Han desaparecido en Menorca más de doscientas tiendas familiares. No pueden competir con la solución dada por la especulación con los grandes centros comerciales, que marcan los precios al productor exprimido y obligan al trabajador también exprimido a comprar tomates sin sabor. El Mercat del Peix, se ha convertido en un bar. Los quesos que fueron el Caserío sólo se pueden comprar en un exprimidor que presume de haberlos salvado.

Menorca es tierra de caballos. No creo que exista un lugar, al menos en el mundo próximo en el que tengan tanto protagonismo. Es la doma, es la fiesta,es el paseo, es el amor hacia ese animal inculcado desde la infancia. Pues en Menorca hay una única tienda que se dedica al mundo del caballo, y me he enterado, de fuentes muy fiables que es posible que tenga que cerrar. No se entiende. Es un comercio de gran importancia como la hermosa electricidad. Y hay muchos caballeros que no lo son. Seguramente hay menos exprimidos que en otros sectores, y la explicación que me dan es que compran en internet para ahorrar unos duros. ¿No sería una pena que esa tienda tan emblemática cerrase por la codicia de esos que deberían ser caballeros? Debería tener apoyo Institucional. Patrimonio de Maó. Como un día debió de tenerlo el Salón de Es Castell. A nivel de fiscalidad, publicidad.... Pero si esto no se consigue, que la gente lo piense, que vaya allí a tocar sus enseres codiciados en el mejor sentido.

No debemos consentir otra pérdida de identidad.