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Mi madre tiene 76 años. Mi madre es una de las cuatro mujeres que más quiero de este mundo, tanto por ser mi madre como por ser como es. Mi madre tiene una pensión de 8.000 € al año en concepto de viudedad. Los gastos fijos que tiene son, aproximadamente, los siguientes: 1.500 € de contribución, 1.500 € de luz, 800 € de teléfono, 500 € del seguro para el entierro (en cambio no tiene asegurada la vivienda), 160 € de agua, 40 € por el mantenimiento de la libreta de pensiones, 200-250 € para medicamentos que no entran con el seguro. y siempre hay gastos extras e imprevistos: pintar la puerta de entrada, pintar el interior de la casa, mantener las puertas, cambiar la antena de la tele, …… y algunos que cada año van saliendo. La casa donde vive es de su propiedad, no tiene calefacción ni aire acondicionado. Tampoco tiene automóvil.

¿Se imaginan ustedes si tuviera que pagar 4.000 ó 5.000 € de alquiler? Yo sí. Mi madre nunca ha ido a Caritas sino es para dejarles dos botellas de aceite o un kilo de azúcar. Mi madre nunca ha pedido un euro a ninguno de sus cuatro hijos (ella sabe que podría hacerlo cuando quisiera). Y no lo hace por dos sencillas razones: 1.- Mi madre es una persona con sentido común, y 2.- ella sabe tanto la descripción con la conjugación del verbo amar, y lo mas importante de amar es saber amarse a uno mismo. Por dignidad. Si mi madre no tuviese pan, con un kilo de harina haría panecillos por tres días, y si le regalan una col, come col tres días, cocinada de diferentes maneras y cada guiso mas exquisito que el anterior.

Piensen por un momento como vivirían estos salvapatrias que cada día inundan los diarios y salen por la televisión con un sueldo como este. Todos, absolutamente todos, del más pequeño al más grande, desde Ciutadella a Madrid, son …. Perdonen, pero no me sale la palabra para definirlos, y si tengo que decirlo seguro que no quedaría políticamente correcto. Como mi madre hay seis millones de pensionistas en este país. Esta gentuza tiene a la democracia secuestrada y gente como mi madre son daños colaterales. Mi madre es creyente y perdona. Yo, ni creo ni perdono.