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El drama sirio y la necesidad de acoger a los refugiados ha movilizado a muchos ciudadanos, cuya respuesta es la solidaridad y la capacidad de acogida. Las Balears fueron durante décadas tierra de inmigrantes: muchas personas nacidas aquí marcharon a Argelia y América para hallar un futuro mejor. Con el progreso turístico el archipiélago se convirtió en una tierra que recibió a miles de inmigrantes. En Balears, 4.000 personas ya han ofrecido su ayuda a los refugiados sirios.

Se están movilizando organizaciones, desde Caritas Diocesana y las instituciones públicas a empresarios, trabajadores y jubilados. La solidaridad es un valor fundamental e irrenunciable, ligado a la dignidad de las personas, de quien precisa este apoyo humano y de quien presta la colaboración.

Hemos sufrido los efectos de una larga crisis, el paro ha golpeado, pero respondemos con generosidad. Las crisis debilitan las estructuras productivas, pero fortalecen los corazones.

Los sirios que lleguen a estas islas encontrarán amigos, respaldos y afecto; hallarán una sociedad serena, pacífica y orgullosa. Mejorarán su vida pero, y esta es la clave, también nos harán mejores a nosotros.