TW

La denuncia interpuesta contra el obispo de Mallorca, Javier Salinas, por un marido despechado que le acusa de haber mantenido relaciones impropias con su esposa -nombrada secretaria de relaciones institucionales de la Curia de Palma- ha provocado una profunda conmoción. El prelado se ha visto obligado a explicarse ante el nuncio y el clero diocesano, lo que evidencia su díficil situación.

El obispo defiende la limpieza del trato con la que fue su colaboradora, pero estos hechos impactan sobre los fieles y los sacerdotes de Mallorca, de los que monseñor Salinas es su directo responsable. El modo cómo se resuelva determinará su futuro.

La Nunciatura no se pronuncia y espera a la evolución de los acontecimientos. Las explicaciones que dio ayer el prelado han calmado, al menos en apariencia, la controversia. Lo ocurrido sitúa en un nuevo punto de partida a Salinas Viñals al frente de la Iglesia de Mallorca. El obispo precisa recuperar su liderazgo, responsabilidad pastoral y auctoritas al frente de la comunidad católica mallorquina. Esta es la clave de futuro: el plazo que se le abre al titular de la sede mallorquina para recobrar la colegialidad y superar tan lamentable affaire.