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Esta última semana, el cardenal Antonio Cañizares Llovera, arzobispo metropolitano de Valencia, ha sido duramente acusado de homófobo y misógino por un sermón que pronunció el pasado día 13 en el Pontificio Instituto Juan Pablo II.

Según AVAN, durante su predicación, el cardenal Cañizares alertó de que durante los últimos años España «ha asistido a una importante escalada contra la familia por parte de dirigentes políticos, ayudados por otros poderes como el 'imperio gay' y ciertas ideologías feministas». El purpurado recordó, en este sentido, el grave decrecimiento del índice de natalidad y de la población juvenil que sufre España y lo contrapuso al aumento que han experimentado los abortos, las rupturas matrimoniales y las uniones de hecho. Por todo ello, llamó a «no ignorar el bien precioso de la familia».

Este sermón, como decíamos, ha sido objeto de un desproporcionado ataque que demuestra, una vez más, como algunos no tienen asumido que la Iglesia también tiene derecho a la libertad de expresión. Que el cardenal Antonio Cañizares sea contrario a la llamada «ideología de género» -rechazada también por el papa Francisco en «Amoris laetitia» (núm. 56)- no debería extrañar a nadie y sus partidarios, en lugar de recurrir al insulto y la grosería, tendrían que esforzarse por defenderla.