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La contundencia del informe redactado por los letrados del Parlament no dejaba a Xelo Huertas otra opción a que abandonar el cargo que ha desempeñado desde junio de 2015, tras ser investida presidenta de la Cámara por el PSIB-PSOE, Més per Mallorca y per Menorca y por Podemos, formación donde militaba, que la ha expulsado.

El cese se ha demorado por la propia Huertas y las dudas, más políticas que jurídicas, planteadas por el PP al cuestionar el artículo del reglamento que causa la destitución del presidente tras ser expulsado de su grupo parlamentario.

Lo razonable sería que una decisión de esta naturaleza correspondiera al pleno del Parlament, órgano que nombró a la presidenta, pero al final se ha impuesto la sensatez con la aplicación de un reglamento cuya constitucionalidad, en todo caso, ya se dilucidará en sede judicial. El PP ha jugado a enredar la salida al bloqueo, mientras que los partidos del Pacte transmiten una falta de cohesión y solidez. Aún no han conseguido ponerse de acuerdo en torno a quien relevará a Xelo Huertas en la presidencia del Parlament, con tensiones internas y discrepancias que rechazan los ciudadanos.