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La manifestación celebrada anoche en Maó cerró una jornada reivindicativa que incluyó la primera huelga feminista en España. El escaso seguimiento -con poco impacto en la calle- no resta importancia al gran valor simbólico en favor de la equiparación de los derechos de las mujeres. El 8M, con motivo del Día Mundial de la Mujer, obtuvo un amplio respaldo social y supone un punto de inflexión para las políticas de equiparación entre hombres y mujeres.

El movimiento feminista logró un importante éxito por los apoyos obtenidos, como confirman el gran número de organizaciones y entidades que se sumaron a los paros y las movilizaciones. Menorca no fue una excepción, porque las denuncias de los agravios que todavía sufren las mujeres han abierto una nueva dinámica y una conciencia reivindicativa de la que ya no será posible sustraerse. Los derechos políticos, sociales y laborales conseguidos en las últimas décadas por las mujeres en España no se plasman con plenitud, todavía, en la vida cotidiana del país. No es admisible la discriminación por razón de condición de hombre o mujer. Por ello, el 8M de ayer no puede convertirse en una mera anécdota sino en una día histórico