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La alcaldesa de Sant Lluís, Montse Morlá, está dispuesta a retirar las delegaciones a los concejales del PSOE y el PI para gobernar en minoría. El gobierno municipal tripartito, formado después de las elecciones de mayo de 2015, está roto por las desconfianzas que se han instalado entre quienes debían ser socios y han terminado en un escenario de desacuerdos, filtraciones y deslealtades.

En el Ayuntamiento de Sant Lluís Volem, PSOE y el PI han pasado del pacto, que ha saltado por los aires, a las puñaladas, tal como admitió la alcaldesa al declarar que «después de las puñaladas es obvio que no hay diálogo ni confianza». La gestión municipal se resiente con un ambiente de perplejidad e incertidumbre que, desde hace semanas, se ha instalado entre los lluïsers, atónitos ante el espectáculo de reproches entre los tres partidos de izquierda, tras fracasar el pacto de 2015. Todas las miradas se dirigen ahora hacia el Partido Popular, formación mayoritaria de la corporación con seis concejales. Hay varias salidas. La prioridad consiste en garantizar la estabilidad y la gobernabilidad, pero quienes han sido parte del problema difícilmente aportarán la solución para Sant Lluís.