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La sentencia dictada por la Audiencia de Navarra, que ha condenado a nueve años de cárcel a los cinco integrantes de La Manada, ha provocado indignación y protestas en amplios sectores sociales, empezando por las organizaciones feministas.

En una decisión salomónica el tribunal concluye que cometieron abusos sexuales pero no hubo violación. Los jueces solo admiten «prevalimiento» porque eran cinco hombres y la víctima se sintió atemorizada. Pero miles de manifestantes gritaron ayer «es violación, no abuso».

Cuando se proclaman la plena igualdad, el respeto y la autoestima cualquier vestigio de machismo constituye un regreso al pasado. El bien jurídico a proteger en este caso es la dignidad de una mujer, forzada a realizar prácticas sexuales con un grupo de varones sin su consentimiento cuando no debe ser siempre no. Debe ser considerada una grave agresión que cinco hombres mantengan relaciones sexuales con una mujer que difícilmente pudo oponer resistencia. La violencia es patrimonio del que tiene la fuerza, jamás del débil que no tiene posibilidad de defenderse. Cinco individuos actuando en grupo para vulnerar la libertad sexual es un acto de cobardes.