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Apenas una semana ha durado en el cargo el nuevo ministro de Cultura y Deporte, Màxim Huerta, un periodista y escritor que Pedro Sánchez incluyó en el Gobierno socialista como gesto de innovación y modernidad. Un fraude judicial cometido hace varios años, pero saldado con sentencia judicial, ha puesto fin a una efímera carrera política. Màxim Huerta se ha convertido en el ministro más breve de la democracia.

La bisoñez y la imprudencia política del ya exministro, cuya trayectoria tributaria tenía que haber conocido y valorado antes Pedro Sánchez, han quedado de manifiesto al ser incapaz de asumir que corren nuevos tiempos. Al utilizar una fórmula fraudulenta para liquidar sus deudas con Hacienda empleó la picaresca e intentó eludir sus obligaciones como contribuyente. La presión mediática, que Huerta califica de jauría, y las presiones de los grupos de la oposición han precipitado la salida del Gobierno de quien hasta ahora era conocido como comunicador, pero no como gestor ni en la función ni en la administración pública. Sánchez sorprendió a todos con el nombramiento de unos ministros que deben aportar cohesión, solidez y saber gobernar.