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El mal arranque de la temporada responde a circunstancias más complejas que la actividad promocional de la Fundació Foment del Turisme de Menorca. Sería un error concluir -los saben los interesados- en un análisis de causa-efecto.

Los destinos competidores del Mediterráneo ya no registran la inseguridad de veranos pasados y han vuelto al mercado con campañas agresivas. Las consecuencias han sido evidentes en mayo con la pérdida de más de 16.000 turistas británicos, el mercado que hasta ahora ha servido siempre de seguro para la Isla.

La fundación menorquina de promoción turística ha centrado sus acciones con razonable criterio en nuevos mercados y en el objetivo de alargar la temporada promoviendo productos de naturaleza, cultura y gastronomía. No tiene capacidad de reacción, sin embargo, para actuar ante momentos puntuales como el flojo mes pasado. Los patronos de la fundación reconocen esa debilidad, pensaban que contaría con menos trabas burocráticas para el control del gasto. Debería cambiar su naturaleza jurídica, aunque ello no sirve de excusa para acumular remanentes por falta de ejecución presupuestaria.