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Ayer se cumplió un año de una de las jornadas más aciagas de la democracia española. El 1-0 constató la incapacidad de los políticos, tanto españoles como catalanes, para resolver el grave conflicto institucional generado por un proceso independentista que ha provocado una gran crispación social en Catalunya. El choque registrado el 1-0 alejó las posibilidades de una salida dialogada al debate que divide y tensiona a la sociedad catalana. La convivencia es cada día más difícil por la intransigencia de unos y otros.

Con las resoluciones judiciales en la mano el Gobierno Rajoy realizó un gran despliegue de la Policía Nacional y la Guardia Civil para desactivar un referéndum ilegal. Las imágenes de los enfrentamientos dieron la vuelta al mundo y son utilizadas por el movimiento independentista, que propugna el pacifismo, pero al mismo tiempo ejerce la violencia a través de los comités de defensa de la República (CDR), que ayer obtuvieron el apoyo explícito del presidente Torra. Tan complicado como imprescindible es preciso recuperar el diálogo entre Madrid y Barcelona. Hay que superar errores y deslealtades para resolver el principal problema político de España.