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La construcción de un parque fotovoltaico en Menorca con capacidad para generar 150 megavatios, que triplicará la potencia del parque solar de Son Salomó cuando se haya ampliado esta instalación, reabre el debate sobre la viabilidad de este proyecto y la apuesta a favor de las energías renovables en una región insular declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco.

Menorca debe optar por fuentes alternativas a las energías fósiles, propiciar un desarrollo sostenible -que no puede ser sinónimo de decrecimiento- y al mismo, garantizar la protección de los valores medioambientales y paisajísticos de los espacios naturales protegidas por la diversidad en fauna y flora.

Los promotores deben ahora atender la petición del Consell para replantear el proyecto, al considerar la administración insular que una inversión de esta magnitud ‘desentona’ con el objetivo fijado de implantar parques solares de pequeño formato y, por tanto, con menor impacto sobre el territorio y el paisaje rural de la Isla, cuya potencia no supere los cuatro megavatios. Y ahí surge la cuestión fundamental: ¿son rentables, productivas y competitivas unas instalaciones fotovoltaicas de tan reducidas dimensiones?