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Cientos de miles de personas se manifestaron el domingo en Londres para exigir un segundo referéndum sobre el brexit. Esta concentración, convocada bajo el lema «Put in to the people march» («Pónlo en manos de la gente») se añade a los cuatro millones de peticiones que ya ha recibido el Parlamento británico para que Gran Bretaña siga en la UE. Una opción que debatirá en la Cámara de los Comunes al formar parte de las alternativas que se plantearán a partir de esta semana por los aplazamientos y las discrepancias en torno a cómo y cuando formalizar la salida del Reino Unido.

El brexit se ha convertido en un atolladero para el Reino Unido, inmerso en un triple laberinto -político, jurídico y administrativo- del que no sabe cómo salir, y con enormes repercusiones, que también tendrán incidencia en Balears por las exportaciones y el peso del mercado británico en el sector turístico en las Islas. Lo que empezó como una afirmación del nacionalismo de los euroescépticos se ha transformado en una pesadilla. El gran proyecto de la construcción europea afronta su decisión más relevante. El sentido común aconseja rectificar para que Gran Bretaña continúe formando parte de Europa y de la UE.