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Con una inversión que asciende a ocho millones de euros, y dos años y dos meses después de haberse firmado el acta de replanteo -por tanto con una demora que supera el medio año en la fecha de ejecución- la depuradora de Addaia ya está construida. Pero nadie sabe cuándo entrará en funcionamiento porque carece de conexión eléctrica, indispensable para poner en marcha los equipos.

Un lamentable y triste ejemplo de improvisación y de descoordinación de las administraciones que intervienen en esta obra pública, empezando por el Ministerio para la Transición Ecológica, responsable de la financiación de la obra. ¿Cómo es posible que ningún funcionario ni político advirtiera que no estaba previsto el suministro eléctrico durante los 26 meses que han durado las obras? Una auténtica e incomprensible chapuza, porque desde el primer día tenía que haberse iniciado la gestión para formalizar el contrato con Endesa. Ahora vendrán las prisas para construir el tendido eléctrico. Ante este nuevo caso de ineptitud, un fracaso público que se añade a la depuradora de Binidalí y la desaladora de Ciutadella, ¿a quién exigen responsabilidades los menorquines? ¿Dimitirá alguien?