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La mesa redonda que, bajo la pregunta «Quo vadis, Menorca?» celebró en el Ateneu el Cercle d’Economia, apuntó debilidades y déficits de la sociedad y la economía de la Isla, pero al mismo tiempo aportó propuestas y soluciones. Entre las conclusiones, sobresale la necesidad de recuperar el espíritu emprendedor que durante los siglos XIX y XX convirtió a Menorca en pionera en la creación de empresas en varios sectores.

Industrias que se desarrollaron y consolidaron, adquirieron dimensión exportadora y crearon numerosos puestos de trabajo y riqueza. Calzado, bisutería y productos agroalimentarios constituyeron la base de la diversificación de aquella vía menorquina que sucumbió por el imparable impacto del turismo. Pedro Díaz Montañés, José Luis Sastre, Jesús Vidal y Jacinto Seguí, desde diferentes trayectorias profesionales, pusieron el acento en que las nuevas generaciones han de asumir riesgos para desarrollar su talento, lo que implica formar y educar desde el ámbito familiar y el docente. Ello exige que Menorca sea atractiva y dar facilidades para desarrollar las capacidades e iniciativas empresariales. Un reto que demanda respuestas públicas y privadas.