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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presentó ayer el plan de descofinamiento que se pretende aplicar en las próximas semanas y que, en principio, excluye a Balears –con la excepción de Formentera– de la primera de las fases a pesar de ser una de las autonomías con un índice muy bajo de coronavirus. Hay que admitir que a medida que avance mayo comenzará a ser perceptible la reactivación parcial de la economía, aunque de manera muy segmentada; se impondrá una ‘nueva normalidad’ hasta que se logre la vacuna de la covid-19.

Sánchez ha huido del compromiso de fechas para fijar en los índices de impacto de la covid-19 en cada autonomía, región o isla la posibilidad de avanzar o retrasar el pase de cada una de las diferentes fases. Serán las cifras de nuevos casos, fallecimientos, disponibilidad de camas en las UCI..., los parámetros objetivos para superar cada una de las exigencias para liberar la actividad.

Sánchez no se refirió a un aspecto esencial para la economía balear, como es la apertura de los puertos y aeropuertos al tráfico. Plantear la apertura de los hoteles sin despejar las incógnitas relativas al tráfico aéreo y marítimo de pasajeros suena como ridículo, y deja en el aire el futuro de la temporada turística tanto en el mercado nacional como el de los principales emisores –Gran Bretaña y Alemania–. Este es uno de los puntos sobre los que será necesario insistir durante las próximas semanas.