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Resulta inexplicable el acuerdo que alcanzaron el PSOE y Bildu en el Congreso, el cual a cambio de la innecesaria abstención de los independentistas vascos, el Gobierno sacó adelante la prórroga de 15 días del estado de alarma. El compromiso que arrancó Bildu de los socialistas fue el apoyo a la derogación de la reforma laboral, propuesta que se quiso matizar a medianoche pero que el vicepresidente Pablo Iglesias ratificó en la mañana de ayer. El resultado final: otro frente entre PSOE y Unidas Podemos, además del lógico enfado de los soberanistas vascos.

Lo ocurrido es un episodio que se añade al descrédito acumulado del Gobierno, cuya gestión de la crisis de la covid-19 mantiene desbordados a sus responsables en todos los frentes; incluso a su máximo responsable, el presidente Pedro Sánchez. Tratar de ocultar el entendimiento previo con Bildu para no perder los apoyos de Ciudadanos es de una torpeza política inimaginable. La mentira, el engaño, el chalaneo en definitivo, caracterizan el modo de avanzar en la legislatura que está imponiendo Sánchez y su equipo.

Vox trata de canalizar en beneficio propio la crispación social generada por un confinamiento prolongado con indudables efectos económicos muy negativos, una tensión que se traduce en caceroladas, manifestaciones y escraches que enrarecen el ambiente de la capital del Estado. Una espiral que es preciso romper, en beneficio de todos.